viernes, 26 de junio de 2020

¿QUIÉN INVENTARÁ LA VACUNA CONTRA LAS FAKE NEWS? O EL COVID-19 DEL PERIODISMO ACTUAL

 

Profesor Antonio Fernández Morán. 

Máster en Ciencias de la Comunicación.

PFG en Comunicación Social. UBV Eje Cacique Mara.

 

 ¿Cuáles son los retos del periodismo en la era post pandemia?

    El periodismo de por sí, viene afrontando nuevos retos que le hacen quedar rezagado a la luz de la velocidad con la que los nuevos fenómenos comunicacionales se dan en la actualidad.

    La sobrevaloración de la información, su uso para la incidencia sobre la opinión pública, especialmente de la población más joven y el descarrilamiento ético de los falsos positivos, lograron abonar el terreno para su omnipresencia todopoderosa saturada de contenidos poco argumentados. Con tristeza para los defensores de la vieja escuela periodística, mas afín a la investigación a fondo y sin tanta turbulencia provocada por la inmediatez exagerada de hoy en día, los medios y las redes sociales se han convertido en naves supersónicas que funcionan con el combustible de la hostilidad social.

    En esta era pandémica y lo que será su posteridad, los retos se multiplican con la desmovilización social, el inminente riesgo sobre la salud que implica el COVID-19 y los cambios profundos que seguramente aflorarán, porque hay una ralentización, no solo de la economía, sino de las prácticas sociales.

    Esta nueva etapa histórica viene determinada por una relación ser humano– tiempo–espacio, totalmente condicionada para el ejercicio periodístico. La debacle en la economía incidirá sobre las empresas e instituciones cuyo bastión productivo esté ligado a la comunicación social. Sin embargo, también deben florecer nuevas prácticas “más humanas”, aquellas que expresan lo que la gente no entiende pero sin embargo, valora la participación ya que la exclusión social en este tiempo parece fórmula de otros siglos. La práctica más cotidiana de la humanidad, es decir, la comunicación, expresada en periodismo, no guardará desperdicio alguno de opinión. Las nuevas generaciones vienen ávidas de participación en todos los frentes, con incrementado interés en las redes sociales, sin abandonar del todo los medios tradicionales como la radio o la televisión. Capuletos y Montescos seguirán la diatriba en el mejor campo de batalla: el periodismo, ahora con tapaboca; perseguirán los hechos noticiosos pero a dos metros de distancia y ojalá no les haga falta desinfectantes para contrarrestar las amenazas constantes que sufrimos los periodistas en estos tiempos de Trump, racismo, intentos de magnicidio, nuevas guerras frías, guerras mediáticas, económicas, el antagonismo político exacerbado y un marcado problema de desobediencia civil traducido en el desdén que parte de la población tiene por el tema de la cuarentena para frenar la pandemia.

 


¿Qué aspectos deben profundizarse en la formación de una nueva generación de periodistas para que puedan enfrentar esos retos?

    Las escuelas de periodismo no pueden seguir siendo reproducciones casi de museo, de realidades que ya marcaron una época que se fue. Hay que centrar esfuerzos en las nuevas relaciones de producción social, aquellas que diversifican los enlaces con la mayoría de actores sociales y económicos que vienen propugnando con fuerza los cambios por venir. Una diversificación cultural que venza ostracismos raciales, sectarismos excluyentes e ignorancias.

   Una escuela de periodismo que aún en cuarentena, salga y dé la cara desde los medios como la radio –tan cercana a la gente como en otrora-, la tv, las plataformas multimedia y las redes sociales para interactuar con la gente desde sus modos de producción, sus carencias, sus esperanzas y proyectos.

   Una escuela de periodismo que despierte el sentido crítico del espíritu humano, tanto para lo reivindicativo, como para lo estético. Un ejercicio periodístico que tenga siempre presente su papel y valor histórico, su trípode conceptual de informar para formar, inconformar y transformar (al estilo López Vigil). Un periodismo valiente, vigilante, contralor. Una acción periodística que rescate sus múltiples formas y características, que vayan más allá de cierta cantidad máxima de caracteres en una red social.

    Es un reto muy interesante, porque en nuestras estructuras mentales, la cuarentena y el aislamiento social acarrean la noción de parálisis del mundo, pero también es una especie de nocaut que ha dejado en la lona al pensamiento capitalista y que ha despejado al socialismo una oportunidad temporal única para reorganizar y dirigir la sociedad. Un periodismo que quiera jactarse de ser palanca para el éxito de un país, debe compenetrarse con su complejidad cultural, con su enmarañamiento de la economía, con las interrelaciones sociales a profundidad desde lo territorial y desde lo virtual y con sus objetivos políticos que se traduzcan en una transición (si, transición) pero de una democracia burguesa a un sistema comunal de democracia directa, donde la población persiga y alcance para siempre la suprema felicidad posible en el vivir viviendo que propugnó Hugo Chávez. En fin, las nuevas generaciones de periodistas deben formarse con un criterio de integralidad multidisciplinaria, respetuosa de la ética y deontología (aunque suene anacrónico) y, por supuesto, que cuiden de su salud que en la realidad es cuidar su vida. Lo demás que lo debatan el conocimiento y la fe. El periodismo vuelve a evolucionar. A esta última palabra agreguémosle la R para que se cumpla su verdadero papel de servicio.

 


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