viernes, 6 de noviembre de 2015

Escasez, un tentáculo hegemónico

Jesús Parra
jesusoparra@hotmail.com

Escasez: Una palabra, que en tiempos actuales, ha pasado a formar parte de nuestra idiosincrasia, hasta el punto, que a pesar de tener lo indispensable en la casa, hacen como dice el coro de una interpretación musical, de un buen Guaguancó: "Las mujeres y los gatos son de la misma opinión, teniendo la carne en casa, salen a cazar ratón" (Bis). B

ururú, barará... 

De esta forma, con actitud diligente, los (as) ciudadanos (as), salen a la calle, a proveerse de aquello, que no tienen, o que prefieren adquirir, para acumular, o mejor dicho "atesorar", garantizando los llamados productos alimenticios de primera necesidad. 

Así, de forma ascendente, se ha venido imponiendo, una realidad desdibujada, en lo que respecta al contexto venezolano, muy similar, a la acontecida históricamente, cuando el mal llamado: Descubrimiento de América, y la supuesta escasez de competencias, que tenían los primeros aborígenes, para constituirse solos como nación. Un hecho, al cual se le puede sumar una serie de subterfugios y desmanes, que a nuestra memoria colectiva, le resulta difícil olvidar. 

Tal confusión ha pernoctado por los siglos de los siglos, marcando pautas, con ciclos y procesos, ejecutados y encaminados, para demostrar, hasta los predios actuales, que la América toda, y con ella, Venezuela, debe ser gobernada, por una fuerza mayor, o potencia, en procura de alimentar la supuesta deficiencia política, social, económica, y cultural. Un modus operandi, propicio, para crear el caos, y con ello, ejecutar con "gracia divina", su Intervención en nuestra soberanía, y prenderse del botín, de cuanto encontrara sin pensar. 

Idea, muy bien pensada por los planificadores estadounidenses, y sus intermediarios, para sembrar angustia, en materia alimentaria, como en el caso venezolano; y su contraparte realidad, donde aparecen multitudes de personas, aglomeradas frente a los mercados, en demanda de respuestas vitales, en unos casos, y en otros; desangrando la economía nacional, a través de la figura dantesca y destructora: “El bachaqueo”. 

Esto evidentemente responde, a una práctica devastadora, con tendencia a situar una crisis alimentaria en el país; que como anillo al dedo, entra muy bien, en este contexto, y en un año eleccionario, representando a su vez, un tentáculo hegemónico más, que al unísono de todo aquel entramado de organizaciones derivadas de sus doctrinas, como la OTAN, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, entre tantas otras; terminan de engrosar la lista, que simboliza ese recetario económico de aplicación universal, compuesto por políticas de disciplina fiscal, de reforma impositiva, liberación comercial, privatización o desregulación. Un esquema, que define su sistema de gobernabilidad, basada inicialmente, en el consentimiento, según lo define Gramsci, pasando luego, a erigirse como imperio, sin consentimiento, legitimidad y a la fuerza. 

En vista de ello, se comienza a palpar, una gran preocupación en el seno hegemónico, por adelantar su paso, y arremeter, de manera continuada hacia América Latina, y en particular, Venezuela, para garantizar, tanto su seguridad como formas de vida. 

No podía ser de otra forma, que instaurar una guerra psicológica, donde pueda sembrarse contenidos inescrupulosos en la psiquis, de todo ciudadano (a), hasta el punto de crear desasosiegos mentales, con ápices depresivos, y creerse como verdad mortal, la idea de desabastecimiento y crisis. 

Será, finalmente: ¿Qué estamos ante la presencia de una nueva doctrina hegemónica, con silueta de escasez?, ¿Esta nueva arremetida imperial, puede traducirse como la angustia existencial de una potencia en decadencia?, ¿Qué pasaría, si Venezuela continuará enfrentando, cara a cara, a quien le tiene la promesa jurada?, ¿Existirá alguna relación entre una intervención militar, y las reservas probadas de petróleo, agua y minerales, que posee América latina?

No hay comentarios:

Publicar un comentario