Por:
Jesús Parra
Profesor
universitario
Correo:
jesusoparra@hotmail.com
El
tema de la gasolina en Venezuela siempre ha sido un asunto a tratar
con sumo cuidado y que amerita la destreza y pulso de un cirujano
cuando procede a intervenir a un paciente en extrema emergencia. No
puede fallar en su intento aunque cabe la posibilidad, ni puede
permitirse que se diluya su capacidad de acción por pensamientos y
conversaciones estériles porque el paciente se muere.
Situación
similar ocurre cada vez que runrunea en forma de sollozos y sonidos
lúgubres el aumento del precio de la gasolina. Lo que produce en la
realidad social un estado de tensión de tal magnitud que logra
afectar hasta al “más pintao”. Y es que no es para menos.
Venimos caminando en el marco de una cultura de estatización del
mercado de la gasolina aprobada en 2008 por Chávez, que fuera su
bandera electoral en el 2006; y al cual nos acostumbramos hasta el
día de hoy. Convirtiéndose a partir de allí en un hito histórico
que motoriza el crecimiento y desarrollo productivo de la nación.
Visto
esto en tiempo presente, se tiene que la decisión tomada por el
Ejecutivo Nacional sobre el nuevo esquema de distribución y subsidio
de la gasolina tiene una serie de aspectos a considerar. Uno de
ellos, es que rompe con ese “hito histórico” establecido como
estrategia o política de gobierno, de mantener el precio de la
gasolina amparada en un esquema de subsidio. Otro, es la posibilidad
de ir desmontando paulatinamente el subsidio de la gasolina, debido a
su costo de mantenimiento (me refiero al subsidio). Una situación
que ya fuera anunciada y expuesta por Chávez.
La
discriminación de precios: Subsidiada e internacional es otro
aspecto a destacar, ya que con ello se busca garantizar la
distribución de la gasolina a todo el parque automotor como también
reactivar las actividades regulares de la ciudadanía, pero con otros
criterios de normalidad. En este punto, ciudadanos y ciudadanas deben asumir de provecho racional el uso de la gasolina, ajustando
por un lado su presupuesto familiar, para la compra del combustible,
y por otro, planificar su dinámica de vida bajo una mirada más consciente de su realidad social. Esto a su vez debe traducirse en
un comportamiento cívico, ajustado a la ley, y que convoque al
soberano (pueblo) a la defensa de su país y de sus recursos
naturales.
Este
esquema sobre la nueva distribución de la gasolina, en su modalidad
de precios internacional permite dar un primer paso a favor de las
empresas y/o dueños de las estaciones de servicio privadas para que
se pongan a tono con la reactivación y empuje del país, a través
de su servicio público de suministro de combustible. Permitiendo un
juego político en igualdad de condiciones y a favor de toda la
colectividad.
De
igual manera significa salirle al paso a quienes realizan comercios
ilícitos con el combustible en la frontera y enfrentar la cultura de
“pimpineros” de más de 30 años de ejercicio impune en la
hermana República de Colombia.
Es
un asunto que va de lo económico a lo estratégico por parte del
gobierno nacional, quien busca a cuesta de lo mesurable devolver
la confianza a los venezolanos en medio de un escenario lleno de
limitaciones, sanciones económicas impuestas, injustas e ilegítimas, austeridad en precios
de mercado por la irrupción y desplazamiento de la moneda nacional
(soberana) por el dólar y demás. Lo que genera la necesidad por
parte del Estado de mover “la brújula política” y encauzar
procesos que generen un ejercicio político eficaz y eficiente.
Al
respecto se ha implementado este plan y su puesta a prueba por
noventa días apostando continuar con lo establecido en la ley de
ordenamiento del mercado interno de Hidrocarburos, recuperar en forma
ascendente las condiciones de las refinerías, para poder alcanzar en
el lapso establecido una primera avanzada en la producción del
combustible. La posibilidad de realizar transacciones por parte de
los ciudadanos (pago del combustible) como instrumento financiero y
de movilidad monetaria con inclusión del petro como moneda virtual.
Todo esto orientado con el propósito de fomentar el desarrollo
integral, orgánico y sostenido del país, atendiendo al uso racional
del recurso.
Por
supuesto sobran los que adversan esta medida (la oposición
venezolana y la derecha internacional) y afirman que el esquema
aprobado en esta materia va a ser el epicentro de más corrupción,
que los salarios de los trabajadores no se ajustan a los precios
acordados en soberanos y en moneda internacional, auguran con
premeditación y alevosía acontecimientos como el Caracazo, que la
nueva distribución va a traer mayor inflación, que-si-esto-que-si-lo-otro. Finalmente, lo resaltante y destacable de todo esto es que
se ha creado con esta expresión política un “reverbero” que
está más encendido que nunca donde se calienta y se cocina un plan
prospectivo con miras a la estabilidad y seguridad en el tema
económico...
No hay comentarios:
Publicar un comentario