lunes, 30 de diciembre de 2019

CON EL PETROAGUINALDO CIERRA EL 2019


Por: Jesús Parra
Profesor universitario

Correo: jesusoparra@hotmail.com


El Petro, un instrumento financiero virtual entra en escena en estas fechas decembrinas como política monetaria nacional, para hacerle frente a las incidencias y perturbaciones creadas por el dólar en el mercado venezolano.

Se erige como una forma de contrarrestar la intromisión inacabable de la moneda norteamericana: el dólar, quien de manera abrasiva y con pasos agigantados ha venido marcando la pauta en el contexto económico nacional imponiendo con su marcha su ideología dominante e imperialista.

No califica como un incentivo monetario, dádiva y/o bono ofertado por el gobierno nacional para el disfrute y resolución de los menesteres navideños (me refiero al Petro), sino que en su defecto se traduce como una forma de ir posicionando un “escudo protector” que permita devolverle la soberanía y la confianza a la moneda oficial venezolana (El soberano), apuntar a un balance equilibrado de los precios y comercialización de los artículos de consumo masivo, poder rescatar y revalorizar nuestra economía después de los ataques y sanciones sufridas por las prácticas demoledoras y destructivas del “Águila del Norte” así como propiciar en el contexto del mercado mundial una manera de transar financieramente a través de una moneda virtual alternativa al dólar.

Además, simboliza un ejercicio de economía ciudadana porque precisamente de eso se trata, de un derecho a ser ejercido por el pueblo quien debe empezar a asumir las riendas de su soberanía, sus riquezas, su mercado y su economía. Y qué mejor manera de demostración y de poder constatar su aceptación en lo referente a los procesos electrónicos de banca en línea (Sistema Patria) que poder ver a la gente colmando las calles y comercios donde existe el dispositivo Biopago, no sólo comprando los productos demandados, sino poniendo en práctica una nueva forma soberana de ejercicio monetario.

Esto es una realidad que puede marcar el inicio de la recuperación de la economía nacional por un lado, y de la reconducción de las riendas del país, por otro; y con lo cual pueda seguirse fraguando luchas en pro de una sociedad más justa, equilibrada y con una economía armonizada, políticamente hablando.
En esta misma prédica, entre alaridos, malos entendidos, interpretaciones vacuas y demás, no puede negarse que el pueblo ha salido a “codearse” asumiendo competencia férrea contra un mercado y una economía paralela sedimentada sobre el dólar y toda su encubierta, pautando intercambios financieros cual especialista del sistema monetario internacional.

Es cuestión de tiempo, de mayor manejo de información y formación, para poder entender que la moneda es el instrumento que ejerce, delimita e impone la soberanía sobre un territorio que produce riqueza social. Por lo cual es necesario que la criptomoneda: El Petro, gane terreno en el Sistema Financiero Mundial porque de ello va a depender nuestra independencia económica dentro del marco de nuevas y horizontales relaciones de poder, accediendo así en unas condiciones equitativas al mercado internacional.

Finalmente, como se estila decir en algunas redes sociales como Instagram: "Dale me gusta” así mismo debe hacerse con este planteamiento del Petro como criptoactivo, debemos acompañar y confiar en esta moneda porque eso va a significar, entre otras cosas, que vamos a efectuar compras y administrar según nuestras necesidades, sin necesidad que se devalúe nuestro capital, rescatando así el verdadero sentido de la economía, como la “casa que administra” y la política como forma de organizar la economía.

viernes, 13 de diciembre de 2019

En una esquina, de la guarimba a la ciudad que renace

A la derecha se va a San Jacinto, a la izquierda para El Naranjal,
derecho a la Av. Guajira. Atrás, Av. FFAA

José Javier León

Era 10 de julio de 2017. Lo recuerdo claramente porque era el día de mi cumpleaños. Venía de la Universidad Bolivariana, desde su sede de la Rinconada, vía La Concepción. Un milagroso transporte público nos sacó hasta la vía principal ya trancada con palos y basura prendida en fuego. Comencé a caminar en dirección a La Curva sabiendo ya que lo que venía iba a ser poderosamente fuerte. Grupos iban, otros venían, atestiguando la violencia. Yo caminaba sin establecer contacto visual con los encapuchados que lanzaban botellas y piedras contra las fachadas de los comercios. En medio del humo, escucho mi nombre. Una compañera de trabajo me grita que la acompañe, que había logrado hablar con un amigo que en un carro se iba a acercar para rescatarla. Era insólito pero sí, el muchacho llegó y nos montamos viendo cómo se nos aproximaba una avalancha esparciendo cauchos, gasolina y bombas molotov. El chofer arrancó sorteando calles y callejuelas, y la violencia quedó atrás a medida que se internaba en los barrios que van de La Curva hasta la Bomba Caribe, La Esperanza y El Cují, donde finalmente me dejaron. Allí comenzaba otra vez el escenario de guerra. Recuerdo a un hombre mayor, semidesnudo, poniendo piedras como de río en la carretera, diciendo incoherencias. ¿De dónde salían esas piedras enormes, casi blancas? Era como un paisaje lunar, caótico, un cuadro dantesco, peligroso, de horrísona y prolongada destrucción. Los semáforos y los postes tumbados a lo largo y ancho de calles asoladas. Lo más cerca era entrar directamente a San Jacinto, en dirección al sector 4, pero la violencia en la entrada a la urbanización era tal que debí dar una larga vuelta. Caminé hasta la entrada de La Piccola. Desde ahí hasta el centro comercial La Cascada había basura y fuego. Unas señoras frente a sus casas rezaban y habían puesto altares con imágenes de vírgenes y santos, y cavas y mesas como para un picnic desquiciado. Los jóvenes encapuchados recorrían la zona como perros por su casa y las señoras eran como sus abuelas. Yo caminaba sin mirar mucho y menos detenidamente, y sobre todo, sin mirar a los ojos de nadie. Para entonces ya era más o menos terriblemente común la quema de personas identificadas con el chavismo. En esa esquina entre el centro comercial La Cascada y la urbanización La Guaireña, que lleva al sur a El Naranjal y al norte a San Jacinto, se repetía otra vez la destrucción máxima. Semáforos y postes en el suelo, tanquillas abiertas convertidas en fosos, árboles y basura en forma de barricadas, la guarimba en su expresión plena. Por ahí pasé, aterrado. Hoy, en medio de la paz en que vivimos, intolerable para los empresarios y comerciantes que detestan irracionalmente al gobierno nacional, esa esquina es definitivamente otra. Después de las guarimbas del 2017 y de la paz que trajo la Constituyente, la esquina fue abandonada a su suerte y un bote de aguas servidas se enseñoreó de todo el espacio. Hasta que recientemente, la Alcaldía de Maracaibo inició un trabajo de alta envergadura, estructural, única alternativa al abandono que por largos años sufrió esa transitada arteria vial. Un trabajo de ingeniería sin remiendos ni paños de agua tibia nos muestra hoy un espacio verdaderamente recuperado, signo de ese poco a poco renacer de la ciudad que pregona el lema de la gestión de Willy Casanova. Del Centro hasta acá hay un largo y enorme trecho. Hay mucho por hacer, pero de las imágenes de guerra del 2017 a estas de hoy, hay un trecho más profundo, que debemos evaluar con el corazón en la mano. Sí, falta mucho, pero siempre faltará mucho cuando se ha tenido por tanto tiempo tan poco y tanto desdén y desidia. Por mi parte, me siento orgulloso y esperanzado. No es poco, cuando nos querían lejos y despotricando. Sigamos juntos. Sólo amando, venceremos.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Discurso en la instalación del Congreso Miradas para la Transformación d...



Willy Casanova: "Encontrar en el diálogo real, franco, verdadero el camino para la superación de los problemas, de las dificultades". "Quitando la politiquería y colocando la política con P mayúscula por delante".