miércoles, 17 de marzo de 2021

Psicologia para el Pueblo en SomosUBV14


 

Más allá de la normalidad

Alguna vez nos hemos detenido a pensar qué es la normalidad y probablemente tenemos muchas respuestas. La normalidad es un concepto creado científicamente para regular las poblaciones, las sociedades y las culturas. Proviene de las ciencias naturales y refiere a lo normal, a lo que está dentro de la norma o responde a ella.

Entonces, antes de conocer la normalidad debemos tener claro qué es lo normal. Lo normal se refiere a todo aquello que es considerado valido, aceptado y aprobado, también es lo común, usual o frecuente, pero siempre respondiente a una regla que regula el estado natural de los hechos y de las personas, tanto individual como colectivamente.

Por ejemplo, una regla es creada por alguna institución o grupo de personas y de ello surge una dinámica en la que esa regla se convierte en común, usual y reproducida de manera sostenida por las sociedades. Es una regla la constitución de una nación, el curriculum educativo, las religiones, los contratos, pues de ellos se infiere una forma de comportamiento de las personas dentro de un patrón considerado natural, por tanto normal.

Lo normal es lo común de la cotidianidad tanto familiar, escolar, laboral y social. Es decir, es normal tener una familia, vivir en una casa, contar con servicios públicos, asistir a la escuela y a la universidad, es normal estudiar, pero también es normal trabajar, recrearse, tener amigos, pareja. Lo normal es a lo que estamos habituados, nunca lo normal es lo inesperado, lo imprevisto, o lo inusual.

De hecho la cuarentena puede considerarse un evento inusual en nuestras cotidianidades, y hasta anormal porque el curso de lo natural cambió de rumbo, nuestra salud colectiva se vio vulnerada por la amenaza del COVID-19. Aun así, debemos como sociedad, nación y miembros de una comunidad con vida propia, mantener el ritmo de la cotidianidad lo más normal posible.

Más allá de las medidas de bioseguridad que son inquebrantables, pues sería anormal romper alguna de esas normas, es importante que nos tomemos un tiempo para repensar cómo seremos de ahora en adelante.

¿Cómo nos imaginamos el regreso a la escuela o a la universidad? ¿Cómo nos recrearemos con otras personas? ¿De qué manera venceremos los obstáculos que se presenten en esa nueva cotidianidad? Sobre todo es importante reflexionar sobre cómo nos sentimos, qué ideas tenemos con respecto a la normalidad, o es qué nos tendremos que convertir en una sociedad anormal para rehacer una normalidad diferente.

Sin duda el reto que tenemos por delante es enorme. No se trata de regresar al trabajo, o a la escuela, o a la diversión sin más ni más. Realmente sería útil hablar con nuestros seres queridos y cercanos sobre estos nuevos retos que ya nos tocan a la puerta de nuestra cotidianidad, tomarse el tiempo necesario para conversar sobre qué hacer para construir una nueva normalidad que permita el cuidado colectivo, el desarrollo de nuestras potencialidades y la participación protagónica en la construcción permanente de nuestra Venezuela.

Se trata de ir más allá de la normalidad, para crear nuevos espacios que nos permitan fundar nuevas dinámicas de relaciones y de interacciones a favor de nuestro bienestar psicosocial, pero seguros que cuando inventemos esos nuevos espacios estemos haciéndolo pensando en lo primordial que es cuidar a otros como nos cuidamos a nosotros mismos. Sólo desde la interacción social comprometida y responsable podemos avanzar hacia una nueva normalidad donde podamos seguir siendo valerosos, responsables y sobre todo empáticos y afectuosos entre nosotros, haciendo de la nueva normalidad una nueva forma de apoyo colectivo.

Les saluda, el Dr. César Pérez Jiménez, y esto es Psicología para el pueblo.

Si quieres participar en esta sección aportándonos ideas sobre temas para discutirlos en perspectiva psicológica, recuerda que puedes hacerlo a través de mis redes sociales.

César Pérez Jiménez, en Facebook y en Instagram en @rinconlibrero




martes, 16 de marzo de 2021

Contenidos de Somos UBV 14 - Transmitido el 14 de marzo de 2021


 

Un concepto se puso esta semana de moda, como ocurre cada cierto tiempo, el de "autonomía universitaria". En verdad, hay unas palabras que la sociología al uso de la opinión pública que los medios acostumbran ventilar para mantener agitada a la clase media del país, cada tanto asoman porque son buenos para agarrar centimetraje. Lo hacen con sobrada hipocresía, pero la verdad, no se le puede pedir peras al olmo. Esta vez repito fue autonomía universitaria, hace tiempo fue sociedad civil, de vez en cuando meritocracia. Y así van, de frase en frase, en la que concentran prejuicios, racismo, discriminación, para de paso autoelevarse, autodenominándose ellos sí sociedad civil en guerra despreciativa contra la sociedad incivil; ello sí, aristocracia con méritos contra el perraje; ellos sí universitarios autónomos contra las pseudo universidades y los universitarios adictos al régimen. Falacias. La sociedad civil festejó las guarimbas y el linchamiento. Los meritócratas importaban ciencia y tecnología y boicotearon todos los esfuerzos por construir desde dentro de sus instituciones un pensamiento y una tecnología independiente y soberana. Ellos en su afán de crear republiquetas hicieron de las universidades elefantes blancos hinchados de renta petrolera. Hoy, cuando el bloqueo y la asfixia petrolera dejaron al desnudo las enclenques estructuras del parasistismo económico, las universidades quedaron desmanteladas. Y los pocos universitarios y universitarias que lucharon durante décadas contra las autoridades y los rancios esquemas de dirección, tratan entre los escombros y las ruinas, de levantar el espíritu indómito de la investigación, de la creación, haciendo renacer como el Fénix el ideal de universidad robinsoniana, el único que debía haber prevalecido contra el que se impuso afrancesado primero, agringado después, colonial siempre. Pues bien, hoy cuando el Estado está buscando mecanismos para vencer la asfixia, eludiendo las formas financieras y bancarias, para que los recursos rindan y no vayan al saco roto, al barril sin fondo de las élites universitarias, reñidas ha décadas con el hacer universitario humanístico y científico. Frente a esta histórica realidad, conocida por todos, la reacción grita desaforada que atacan su autonomía. Autonomía que ha servido para todo, menos para producir conocimiento autónomo. Antes bien, ha sido de patente de corso para constituirse en un estado dentro del estado, vale decir, en un espacio sin ley, en un fondo particular de familias apellidadas, que manejan espacios públicos como fundos, como haciendas particulares. Desde la UBV apoyamos y reivindicamos el concepto de soberanía en lo que importa. En lo que aporta para ser un espacio de pensamiento irreverente, que va al pueblo porque viene del pueblo, y, en esa dialéctica, construye saberes que buscan transformar la realidad, solucionando los problemas de todos y todas, aquellos que tienen que ver simbólica y concretamente, con la producción de alimentos, de salud, de vivienda, de vestidos, en fin, la que hace posible soñar y construir una realidad digna, amante de la vida.


 


martes, 9 de marzo de 2021

Editorial - Somos UBV Radio 13, transmitido el domingo 7 de marzo de 2021

 


Voy a plantear un concepto personal que me ha ayudado a comprender muchos fenómenos de la historia reciente o contemporánea. Es este: el capitalismo no es en rigor, estrictamente, un sistema económico, sino un modelo de organización social que emplea la fuerza y la violencia para establecer mecanismos de dominación que hagan posible y natural a a fuer de costumbre, que los ricos sean ricos y los pobres, pobres. Que los ricos que no trabajan, sean sostenidos por los pobres que trabajan las más de las veces, en terribles condiciones. El capitalismo pues, ha invertido los conceptos. Con la palabra trabajo, encubre el robo. Con la palabra desarrollo, tapa la destrucción. No es un sistema económico, porque economía significa: administración de la casa. La palabra viene del griego antiguo: oikos, que significa casa y nomos, administración. Resulta entonces, a la luz de los acontecimientos, que el capitalismo ha mal administrado de tal manera los recursos, que ha puesto al borde de la destrucción, la casa. Es decir, el planeta, que es la casa común, la casa de todos. El capitalismo es pues, un sistema antieconómico, y sobre todo, irracional, pues envenena el agua que bebe, destruye el bosque y contamina el aire que respira. Corta la rama en la que está sentado. Y todo esto lo hace ensoberbecido, con altanería, con petulancia. En sus maneras, en su andar, va diciendo y como demostrando, que se las sabe todas, que tiene todo bajo control, sólo porque esconde bajo la alfombra, con la ayuda de los medios, la muerte y destrucción que va dejando a su paso. Nos toca a los pobres, a los pueblos, denunciar su barbarie y tratar de poner los conceptos en orden o de pie, como decía el viejo Carlos Marx. Y cuando hablemos de trabajar, hablemos de producir bienes y servicios para la vida. Y cuando hablemos de economía, hablemos de administrar la casa, de administrar la escasez, para que alcance para todos y todas, como hacen precisamente las amas de casa, las ecónomas por antonomasia, nuestras madres y abuelas, que siempre piensan y protegen a los más importantes, a los niños y niñas, y a los ancianos, la memoria de los pueblos, todos ellos en los que menos piensa el capitalismo que lo ve todo al revés. O que no ve, o mejor invisibiliza, como lo hace con los niños y las mujeres. A los primeros, explotándolos en trabajos terribles, sin educación y sin juego, como cuando los hunde en las minas, y a las segundas, por un lado convirtiéndolas en cosas u objetos, o reconociendo por su trabajo menos de lo que le paga a los hombres, cuando no borrándolas hasta del lenguaje que si nombra a los científicos no ve a las científicas, o si nombra a los doctores o médicos, no ve a la médicas y doctoras. En el capitalismo, son los niños, mujeres y ancianos los que llevan la peor parte, porque es un sistema patriarcal, misógino, que desprecia la vida. En el marco de estas ideas, recordamos hoy a la mujeres trabajadoras que un 8 de marzo de 1857 salieron a las calles de Nueva York para protestar por las míseras condiciones en que laboraban. Y el 08 de marzo de 1908 la huelga con las mismas exigencias, que siete días después arroja un saldo trágico: 129 mujeres mueren en un incendio en la textilera Cotton Textile Factory, también en New York provocado por el dueño de la fábrica, que quería encerrando a las trabajadoras, impedir la protesta. La precursora del feminismo, Clara Zetkim nacida en Alemania en 1857 propuso en la Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas que tuvo lugar en Copenhague, Dinamarca, el 27 de agosto de 1910, que el 8 de marzo fuese considerado Día Internacional de la Mujer en homenaje a esas 129 costureras que murieron exigiendo un sueldo digno, la reducción de la jornada de trabajo a diez horas y la prohibición de utilizar mano de obra infantil. Pero en febrero de este año, en Marruecos en una fábrica clandestina ubicada en un sótano mueren 28 personas electrocutadas, entre las víctimas, 17 mujeres. Las mujeres y los niños, el corazón de la vida, conocen el trabajo esclavo. En las maquilas que sostienen el consumo capitalista, son encadenadas a sus puestos de trabajo en jornadas de hasta 16 horas con restricciones hasta para ir al baño y cuando se inicia un desastre no pueden huir o las puertas están cerradas por fuera. El capitalismo es la legalización de la barbarie. No genera riqueza sino pobreza y el 1 por ciento de los ricos que acumula privilegios usa la propaganda, el chantaje, pero sobre todo la violencia, para sostener un régimen que está destruyendo las bases de la vida y del futuro. Luchar hoy por los niños, las mujeres y los ancianos, es una tarea impostergable, y denunciar el horror capitalista una causa que nos debe encontrar a todas y a todos los que creemos que otro mundo es posible. Sólo juntos y juntas, venceremos!

viernes, 5 de marzo de 2021

Psicología para el pueblo / ¿QUÉ ES LA GUERRA PSICOLÓGICA?

Por: César Pérez Jiménez

Psicología para el pueblo es un espacio comunicacional centrado en preguntas que circulan en el sentido común de las comunidades locales, las cuales son respondidas desde el campo de la psicología como parte de la formación ideológica y popular de la colectividad.



La Guerra Psicológica busca ganar los corazones y las mentes de las colectividades mediante un conjunto de estrategias y operaciones bélicas, destinadas a controlar y modificar las ideas, emociones y comportamientos personales y sociales. Su objetivo es que nos sintamos inseguros, cansados y desmoralizados, confundidos con respecto a la propia realidad. Estamos en guerra psicológica cuando creemos ciegamente la información publicada en los medios de comunicación, por el tipo de noticias que leemos o escuchamos, por la información no verificada compartida en nuestras redes sociales, y en nuestras conversaciones cotidianas con los otros hablamos de los problemas y no de las soluciones. Estas informaciones se elaboran en laboratorios comunicacionales como campañas de propaganda para crear una sensación de insatisfacción colectiva y promover el abandono de las luchas sociales. Les saluda, el Dr. César Pérez Jiménez, y esto es Psicología para el pueblo.

 

¿CUÁNDO ESTAMOS EN GUERRA PSICOLÓGICA?

Estamos en Guerra Psicológica cuando los medios de comunicación de masas y redes sociales nos bombardean de información sobre la hiper-especulación, las alianzas diplomáticas contra la nación, las sanciones imperialistas, y las amenazas militares extranjeras contra Venezuela; también, cuando los precios se elevan y afectan nuestra economía y rutinas diarias. Ante esto, experimentamos inseguridad, ansiedad, desesperanza, tristeza, miedo, frustración, confusión, hasta el punto de no saber qué hacer y mostrar comportamientos erráticos, es decir dejamos de sentirnos bien. Les saluda el Dr. César Pérez Jiménez, y esto es Psicología para el pueblo.