lunes, 15 de junio de 2020

La Curva de Molina para vivir


Por José Javier León

 Allí donde estaba una estación de servicios, vivía un señor poderoso de apellido Molina, dueño de una ferretería en cuyo frente no permitía el asentamiento de vendedores informales.
El negocio de Molina daría el nombre a todo el sector, pues los habitantes y visitantes se referían a la Curva “de” Molina, marcando así la extensión física pero esencialmente simbólica de su propiedad.
 Está en marcha la recuperación de este espacio vital del oeste de Maracaibo. El Plan Curva 2020 va más allá de la construcción de plazas, mercados, terminal de pasajeros y la recuperación de los servicios públicos. Los trabajos fueron iniciados por la Alcaldía Bolivariana de Maracaibo con el apoyo de la Misión Venezuela Bella y de la Gobernación del estado Zulia.
 En este ensayo José Javier León explica por qué este punto reúne tanto dinamismo y se convierte en símbolo del intento por transformar la ciudad.
Lo periférico alude a lo que es marginal de los muchos centros de las ciudades, lo que incluye hasta los centros comerciales. Pero lo que nos importa anotar es que centro y periferia están en permanente desplazamiento. No sólo el centro en su sentido físico. Como el centro de la ciudad, que se corre permanentemente, sino el centro como centro de poder o centralidad ideológica.”
Armando Silva (2006) 
Imaginarios urbanos. Nomos. Colombia
La Curva se encuentra en el oeste de Maracaibo y funciona como un nudo límite. Desde el punto de vista social y comercial es el punto más dinámico de este sector, y es adonde confluyen, derivan o escurren las rías de actividad de este lado de la ciudad.
En La Curva se consolidó un mercado que abastece una amplia gama de necesidades de las barriadas y poblaciones vecinas. Hacia La Concepción y especialmente cuando nos internamos por las carreteras que empalman con esta vía, hacia La Concepción y La Rinconada, percibimos grandes extensiones de tierra dedicadas a la siembra, amén de los restos (casas y nombres de algunos barrios, Ancón Bajo, Ancón Alto...) y la ya clásica presencia de los llamados hatos. Curiosamente, hay barrios que lleva este nombre "Ancón", palabra que tiene entre sus significados "puerto pequeño". El nombre debe apelar al pasado lacustre y de humedales, propio de esa región geográficamente muy cercana al Lago.
La actividad agropecuaria debió depender de un mercado cercano, puesto que el centro de Maracaibo se encuentra alejado. La Curva pues (o lo que luego se llamaría así), debió albergar desde entonces esta actividad.
Lo decimos también, porque las rutas que conducen a Cachirí, y en general a los municipios indígenas de Mara y Páez, pasaban (como lo siguen haciendo hoy) por este lugar, permitiendo el abastecimiento y la compra de diversos productos. Esta tesis la confirma el hecho de que en La Curva actualmente se consiguen alimentos a granel, en saco, para animales y consumo humano. Años atrás es probable que sólo se vendiera y comprara al “mayor” para suplir necesidades de fincas, haciendas y comunidades campesinas que avanzaban en caravanas de recuas hasta el mercado, para conseguir también productos agropecuarios y pesqueros de la Concepción, Mara y Páez, y probablemente, los que provenían del sur de Maracaibo y de otras partes del Zulia.
La Curva en sus inicios sería pues un lugar de aprovisionamiento para las comunidades y poblaciones cercanas, a las que en todo caso les resultaba mejor acercarse hasta aquí en lugar de continuar hasta el Centro de Maracaibo.
Decimos La Curva pero ciertamente este nombre proviene de la historia más reciente de este lugar. Estamos hablando de mediados del siglo XX, cuando según los testimonios de habitantes y comerciantes del sector, justo donde se encuentra hoy una estación de servicios, vivía un señor poderoso apellidado Molina, quien poseedor de una ferretería (negocio estable) celaba la ocupación de su “frente” y no permitía el asentamiento de vendedores ambulantes, hoy buhoneros o vendedores informales. El prestigio del señor Molina daría por extensión el nombre a todo el sector, cuando los habitantes y asiduos se refirieran a la Curva “de” Molina, marcando así la extensión física pero esencialmente simbólica de su propiedad. En cualquier caso, lo relatado hasta aquí son versiones recogidas a través de comerciantes y vecinos, algunas de las cuales mencionan la calidad humana del personaje.
En 1964 se funda uno de los barrios cercanos a La Curva, Raúl Leoni. Los habitantes ocupan un terreno destinado por la municipalidad a ser un cementerio. Cuando esto ocurre, ya el mercado estaba allí, amén de otros barrios. Es probable que la actividad comercial que (se) generaba (en) este cruce de vías actuara como un imán para grandes contingentes humanos que comenzaron a conformar la periferia de esta parte de la ciudad.
La Curva periférica
Por lo que llevamos dicho el de La Curva es un mercado periférico, surgido del cruce de importantes vías de comunicación que conectan la ciudad de Maracaibo con la Concepción y el municipio Mara. Es un mercado para la compra venta de alimentos a granel, al mayor y al detal, de donde se surten las poblaciones cercanas, las inmediatas que han ido creciendo a sus márgenes, o las más lejanas. Se puede afirmar que en La Curva se consigue “de todo”, como testimonian sus usuarios, ahorrándose el trayecto hasta el Centro o al interior de la ciudad.
Los negocios de La Curva van desde las tiendas por departamentos hasta las confiterías de los buhoneros, pasando por las tiendas de electrodomésticos y las mueblerías. Árabes, chinos, portugueses, colombianos, venezolanos y wayuu, comparten el espacio, cada grupo definiendo sus prácticas y sus productos de comercialización. Mas lo que aquí nos interesa observar es cómo el mercado de La Curva responde a una necesidad de aprovisionamiento de las poblaciones vecinas, de donde se deduce que es geográficamente necesario, esto es, que no puede existir en otro lugar sino aquí, donde las rutas mencionadas se encuentran (intentar mudarlo sería destruirlo, y si en ese caso las rutas no se modificaran no tardaría en reproducirse nuevamente.) Se trata pues, de un mercado que surge de la necesidad de sus usuarios y que ha ido creciendo de acuerdo a esta principal característica.
El de La Curva es también un mercado para usuarios en tránsito, que pasan por ahí para seguir a sus destinos, de habitación o de trabajo, que adquieren lo necesario y en cantidades que se pueden llevar en paquetes o bolsas. Muchas son las rutas de transporte público que llegan o salen de La Curva, porque está claro que no se trata de un lugar para “visitar”, para la permanencia, sino que existe exclusivamente como lugar de tránsito y aprovisionamiento.
Que no sea un lugar para permanecer lo hace antípoda de mercados del tipo mall, en los que se permanece y pasea como nuevos lugares de socialización. En La Curva la socialización es meramente comercial y mercantil, y no se generan encuentros salvo accidentalmente, que requieran de mayor tiempo y de espacios más adecuados. Por ejemplo, los lugares de comidas rápidas (si a lo lugares para comer añadimos encuentros interpersonales duraderos), son abundantes pero pequeños y con muy pocas mesas, y en algunos se consume simplemente de pie. Se come para seguir de largo o se elige comida para llevar, no para asegurar mayor tiempo de permanencia.
Un mercado como La Curva, que responde a prácticas sociales, marcadas por la necesidad tiende a transformarse, a ser dinámico, flexible, pero de un tipo de dinamismo que acuerda con las prácticas sociales que le dan existencia. Esto explica la versatilidad y el acomodo a las modas. Pero también, el impacto del contexto mediato e inmediato en su dinámica interior. En otras palabras, La Curva se vería afectada por transformaciones urbanas importantes como la que pudiera introducir un transporte masivo como el Metro.
La Curva depende del flujo de personas que viajan en transporte público, en carros por puesto, microbuses y buses; es más, son muy pocos los autos particulares estacionados para efectuar compras o hacer diligencias en La Curva, porque de hecho y naturalmente no tiene estacionamiento, exceptuando el frente de algunos comercios. Lo más frecuente es que los autos particulares decidan estacionarse donde mejor lo consigan. La policía municipal hace con frecuencia operativos de orden público para asegurar la afluencia del tránsito despejando estos estacionamientos improvisados y controlando el acceso en las paradas de los “carritos” por puesto.
El mercado de La Curva es el efecto de la aglomeración de comercios menores y mayores en las márgenes de las vías que ahí se encuentran, aprovechando precisamente el flujo, el tránsito diario. Su naturaleza es rizomática y observando con atención se descubre un ritmo, una lógica. En efecto, en la ruta que lleva al municipio Mara se encuentran las ventas de carne, pescado, granos y comida para animales por sacos y a granel, verduras y plátanos, fundamentalmente. En dirección al Mamón venden ropa, CD y DVD, reparan zapatos, relojes. También se consiguen supermercados y tiendas por departamentos, pequeñas ventas de comida, un par de panaderías e igual número de carnicerías. Las verduras y las fruterías se mantienen, aunque no en igual número. Del lado de la avenida La Limpia, lo abigarrado comienza a despejarse, se encuentran tarantines con ropas y zapatos, algunas peluquerías y ventas de ropa formales o de local permanente, pero también ventorrillos y asaderos de carne. Vía la Concepción, las ventas de ropa desaparecen y quedan los vendedores de electrodomésticos, DVD y televisores, equipos de música portátiles, ventiladores y algunas ventas de comida. Se observa con claridad que los negocios y el abigarramiento, la cantidad y variedad de ofertas, se orientan en dirección a los populosos barrios cercanos, Raúl Leoni, el Marite, Pinto Salinas, 12 de Marzo.
La Curva real
El mercado de La Curva es esencial para los barrios aledaños, en tanto que los abastece de todo lo necesario. Para los que vienen o van a La Concepción es un lugar de paso, tanto como para los muchos que van o vienen por La Limpia. Una imagen aérea nos descubriría que en dirección a las barriadas el mercado ofrece una gran variedad de tiendas, en filas que culebrean al borde de la carretera, creando angostos pasillos.
Un mercado como La Curva sufre desde leves metamorfosis cotidianas, cuya novedad puede pasar inadvertida, como un tenderete nuevo, una mesita con teléfonos, una venta provisional de pasteles, hasta otras no tan leves, en todo caso se trata de movimientos regidos por leyes internas, códigos controlados por poderes locales o municipales difusos. Resulta obvio que donde se crucen las rutas acontezca la mayor densidad de negocios, mas resulta interesante observar cómo la actividad comercial hacia el norte tiende a fortalecerse. Cerca del cruce, en la isla que divide las dos rutas, los negocios han aprovechado el mínimo espacio y prácticamente la mirada se consigue únicamente con negocios a pesar del intenso flujo de autos y buses, visión que contrasta con el horizonte despejado hacia La Limpia.
Por todo lo dicho, concluimos que un mercado como La Curva, hecho al ritmo de las necesidades, de acuerdo al tráfico de personas e intereses, integrado y constituido por los reflujos y reflujos de las comunidades y poblaciones que lo cruzan y allí se abastecen, genera dinámicas urbanas que replantean las ideas tradicionales de la ciudad de Maracaibo. Muchas personas de estos sectores, sobre todo los jóvenes, no “conocen” la ciudad de Maracaibo que aparece en la prensa o la televisión, la Maracaibo turística, la de las vallas, la de las postales, la ciudad que ofrece productos culturales y artísticos, etc. La periferia se torna suficiente y necesaria para sus ritmos y modos de vida. La Curva entonces deviene centro, toda vez que la ciudad tradicional se ha descentrado.
La Curva estuvo, está y por ahí se pasa, se cruza, se vive. La Curva hace rato que descentró a Maracaibo, como lo viene haciendo el Kilómetro 4, por ejemplo, al sur de la ciudad, o Los Plataneros.
En otro orden de ideas, la crítica sobre la ciudad contemporánea ha dado demasiada importancia al descentramiento. Descentramiento y red son naturales con respecto a los movimientos y flujos populares. Despegados del poder central, excluidos y desechados por la cultura dominante, han tendido redes de solidaridad y mercantiles resistentes al marginamiento de los poderes centralizados y despóticos. Los pobres han sobrevivido, y de electores esperanzados y una y otra vez engañados, pasaron al escenario político como los bárbaros en las ciudades cuadriculadas del imperio. El pensamiento elitista fabricador de gobiernos y Estados quiere devolver el golpe, cuando evalúa su profunda crisis y apela a las redes, a la horizontalidad, como si fuera una virtud y un desenlace de los flujos de capital virtual, financiero, acomodando dichas ideas y prácticas a la desregulación y la globalización. La semejanza no obstante es sólo aparente: las redes del pueblo son naturales porque no hay otra manera de vivir en sociedad a menos que se postule y se logre sobrevivir en el absoluto aislamiento.
Valga recordar que las comunidades periféricas, marginales, excluidas de las grandes ciudades, que habían luchado por la tierra y por los servicios básicos, que construyeron sus casas y aprendieron o pusieron en práctica, sobre la marcha, todos los oficios necesarios para el levantamiento de sus barrios, fueron en su momento sometidas a una sistemática desmovilización con la aparición de aparatos del Estado que enfrentaron su rebeldía y autosuficiencia. Estas figuras, las juntas promejoras, que luego derivaron en asociaciones de vecinos, languidecieron hasta desaparecer con los partidos políticos y el caduco Estado paternalista, desplazados en primer término por el neoliberalismo como etapa culminante del capitalismo y después por los pueblos indignados contra sus políticas de ajuste.
Un producto cultural como el mercado de La Curva generado por las prácticas sociales y comerciales de poblaciones específicas, hace tiempo hizo posible no sólo el descentramiento sino la articulación en redes y nudos que hoy son el salvavidas o la panacea (en lo que a la gente respecta sólo teóricas, puro divertimento intelectual, justificadoras entre otras muchas cosas del nuevo trabajo a destajo, freelance, sin seguridad social y caníbal) de las sociedades capitalistas, apegadas al pensamiento cibernético.
El viejo y populoso centro en la periferia, que es La Curva, está formado en definitiva, por el ir y venir de la gente.
Por José Javier LeónOficina de Comunicación e InformaciónAlcaldía Bolivariana de Maracaibo

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