Tomado
de el sitio web de la Alcaldía Bolivariana de Maracaibo:
• Allí
donde estaba una estación de servicios, vivía un señor poderoso de
apellido Molina, dueño de una ferretería en cuyo frente no permitía el
asentamiento de vendedores informales.
El
negocio de Molina daría el nombre a todo el sector, pues los habitantes
y visitantes se referían a la Curva “de” Molina, marcando así la
extensión física pero esencialmente simbólica de su propiedad.
• Está
en marcha la recuperación de este espacio vital del oeste de Maracaibo.
El Plan Curva 2020 va más allá de la construcción de plazas, mercados,
terminal de pasajeros y la recuperación de los servicios públicos. Los
trabajos fueron iniciados por la Alcaldía Bolivariana de Maracaibo con
el apoyo de la Misión Venezuela Bella y de la Gobernación del estado
Zulia.
• En
este ensayo José Javier León explica por qué este punto reúne tanto
dinamismo y se convierte en símbolo del intento por transformar la
ciudad.
Lo periférico alude a lo que es marginal de los muchos centros de las ciudades, lo que incluye hasta los centros comerciales. Pero lo que nos importa anotar es que centro y periferia están en permanente desplazamiento. No sólo el centro en su sentido físico. Como el centro de la ciudad, que se corre permanentemente, sino el centro como centro de poder o centralidad ideológica.”
Armando Silva (2006) Imaginarios urbanos. Nomos. Colombia
La
Curva se encuentra en el oeste de Maracaibo y funciona como un nudo
límite. Desde el punto de vista social y comercial es el punto más
dinámico de este sector, y es adonde confluyen, derivan o escurren las
rías de actividad de este lado de la ciudad.
En
La Curva se consolidó un mercado que abastece una amplia gama de
necesidades de las barriadas y poblaciones vecinas. Hacia La Concepción y
especialmente cuando nos internamos por las carreteras que empalman con
esta vía, hacia La Concepción y La Rinconada, percibimos grandes
extensiones de tierra dedicadas a la siembra, amén de los restos (casas y
nombres de algunos barrios, Ancón Bajo, Ancón Alto...) y la ya clásica
presencia de los llamados hatos. Curiosamente, hay barrios que lleva
este nombre "Ancón", palabra que tiene entre sus significados "puerto
pequeño". El nombre debe apelar al pasado lacustre y de humedales,
propio de esa región geográficamente muy cercana al Lago.
La
actividad agropecuaria debió depender de un mercado cercano, puesto que
el centro de Maracaibo se encuentra alejado. La Curva pues (o lo que
luego se llamaría así), debió albergar desde entonces esta actividad.
Lo
decimos también, porque las rutas que conducen a Cachirí, y en general a
los municipios indígenas de Mara y Páez, pasaban (como lo siguen
haciendo hoy) por este lugar, permitiendo el abastecimiento y la compra
de diversos productos. Esta tesis la confirma el hecho de que en La
Curva actualmente se consiguen alimentos a granel, en saco, para
animales y consumo humano. Años atrás es probable que sólo se vendiera y
comprara al “mayor” para suplir necesidades de fincas, haciendas y
comunidades campesinas que avanzaban en caravanas de recuas hasta el
mercado, para conseguir también productos agropecuarios y pesqueros de
la Concepción, Mara y Páez, y probablemente, los que provenían del sur
de Maracaibo y de otras partes del Zulia.
La
Curva en sus inicios sería pues un lugar de aprovisionamiento para las
comunidades y poblaciones cercanas, a las que en todo caso les resultaba
mejor acercarse hasta aquí en lugar de continuar hasta el Centro de
Maracaibo.
Decimos
La Curva pero ciertamente este nombre proviene de la historia más
reciente de este lugar. Estamos hablando de mediados del siglo XX,
cuando según los testimonios de habitantes y comerciantes del sector,
justo donde se encuentra hoy una estación de servicios, vivía un señor
poderoso apellidado Molina, quien poseedor de una ferretería (negocio
estable) celaba la ocupación de su “frente” y no permitía el
asentamiento de vendedores ambulantes, hoy buhoneros o vendedores
informales. El prestigio del señor Molina daría por extensión el nombre a
todo el sector, cuando los habitantes y asiduos se refirieran a la
Curva “de” Molina, marcando así la extensión física pero esencialmente
simbólica de su propiedad. En cualquier caso, lo relatado hasta aquí son
versiones recogidas a través de comerciantes y vecinos, algunas de las
cuales mencionan la calidad humana del personaje.
En
1964 se funda uno de los barrios cercanos a La Curva, Raúl Leoni. Los
habitantes ocupan un terreno destinado por la municipalidad a ser un
cementerio. Cuando esto ocurre, ya el mercado estaba allí, amén de otros
barrios. Es probable que la actividad comercial que (se) generaba (en)
este cruce de vías actuara como un imán para grandes contingentes
humanos que comenzaron a conformar la periferia de esta parte de la
ciudad.
La Curva periférica
Por
lo que llevamos dicho el de La Curva es un mercado periférico, surgido
del cruce de importantes vías de comunicación que conectan la ciudad de
Maracaibo con la Concepción y el municipio Mara. Es un mercado para la
compra venta de alimentos a granel, al mayor y al detal, de donde se
surten las poblaciones cercanas, las inmediatas que han ido creciendo a
sus márgenes, o las más lejanas. Se puede afirmar que en La Curva se
consigue “de todo”, como testimonian sus usuarios, ahorrándose el
trayecto hasta el Centro o al interior de la ciudad.
Los
negocios de La Curva van desde las tiendas por departamentos hasta las
confiterías de los buhoneros, pasando por las tiendas de
electrodomésticos y las mueblerías. Árabes, chinos, portugueses,
colombianos, venezolanos y wayuu, comparten el espacio, cada grupo
definiendo sus prácticas y sus productos de comercialización. Mas
lo que aquí nos interesa observar es cómo el mercado de La Curva
responde a una necesidad de aprovisionamiento de las poblaciones
vecinas, de donde se deduce que es geográficamente necesario, esto es,
que no puede existir en otro lugar sino aquí, donde las rutas
mencionadas se encuentran (intentar mudarlo sería destruirlo, y si en
ese caso las rutas no se modificaran no tardaría en reproducirse
nuevamente.) Se trata pues, de un mercado que surge de la necesidad de
sus usuarios y que ha ido creciendo de acuerdo a esta principal
característica.
El
de La Curva es también un mercado para usuarios en tránsito, que pasan
por ahí para seguir a sus destinos, de habitación o de trabajo, que
adquieren lo necesario y en cantidades que se pueden llevar en paquetes o
bolsas. Muchas son las rutas de transporte público que llegan o salen
de La Curva, porque está claro que no se trata de un lugar para
“visitar”, para la permanencia, sino que existe exclusivamente como
lugar de tránsito y aprovisionamiento.
Que
no sea un lugar para permanecer lo hace antípoda de mercados del tipo
mall, en los que se permanece y pasea como nuevos lugares de
socialización. En La Curva la socialización es meramente comercial y
mercantil, y no se generan encuentros salvo accidentalmente, que
requieran de mayor tiempo y de espacios más adecuados. Por ejemplo, los
lugares de comidas rápidas (si a lo lugares para comer añadimos
encuentros interpersonales duraderos), son abundantes pero pequeños y
con muy pocas mesas, y en algunos se consume simplemente de pie. Se come
para seguir de largo o se elige comida para llevar, no para asegurar
mayor tiempo de permanencia.
Un
mercado como La Curva, que responde a prácticas sociales, marcadas por
la necesidad tiende a transformarse, a ser dinámico, flexible, pero de
un tipo de dinamismo que acuerda con las prácticas sociales que le dan
existencia. Esto explica la versatilidad y el acomodo a las modas. Pero
también, el impacto del contexto mediato e inmediato en su dinámica
interior. En otras palabras, La Curva se vería afectada por
transformaciones urbanas importantes como la que pudiera introducir un
transporte masivo como el Metro.
La
Curva depende del flujo de personas que viajan en transporte público,
en carros por puesto, microbuses y buses; es más, son muy pocos los
autos particulares estacionados para efectuar compras o hacer
diligencias en La Curva, porque de hecho y naturalmente no tiene
estacionamiento, exceptuando el frente de algunos comercios. Lo más
frecuente es que los autos particulares decidan estacionarse donde mejor
lo consigan. La policía municipal hace con frecuencia operativos de
orden público para asegurar la afluencia del tránsito despejando estos
estacionamientos improvisados y controlando el acceso en las paradas de
los “carritos” por puesto.
El
mercado de La Curva es el efecto de la aglomeración de comercios
menores y mayores en las márgenes de las vías que ahí se encuentran,
aprovechando precisamente el flujo, el tránsito diario. Su naturaleza es
rizomática y observando con atención se descubre un ritmo, una lógica.
En efecto, en la ruta que lleva al municipio Mara se encuentran las
ventas de carne, pescado, granos y comida para animales por sacos y a
granel, verduras y plátanos, fundamentalmente. En dirección al Mamón
venden ropa, CD y DVD, reparan zapatos, relojes. También se consiguen
supermercados y tiendas por departamentos, pequeñas ventas de comida, un
par de panaderías e igual número de carnicerías. Las verduras y las
fruterías se mantienen, aunque no en igual número. Del lado de la
avenida La Limpia, lo abigarrado comienza a despejarse, se encuentran
tarantines con ropas y zapatos, algunas peluquerías y ventas de ropa
formales o de local permanente, pero también ventorrillos y asaderos de
carne. Vía la Concepción, las ventas de ropa desaparecen y quedan los
vendedores de electrodomésticos, DVD y televisores, equipos de música
portátiles, ventiladores y algunas ventas de comida. Se observa con
claridad que los negocios y el abigarramiento, la cantidad y variedad de
ofertas, se orientan en dirección a los populosos barrios cercanos,
Raúl Leoni, el Marite, Pinto Salinas, 12 de Marzo.
La Curva real
El
mercado de La Curva es esencial para los barrios aledaños, en tanto que
los abastece de todo lo necesario. Para los que vienen o van a La
Concepción es un lugar de paso, tanto como para los muchos que van o
vienen por La Limpia. Una imagen aérea nos descubriría que en dirección a
las barriadas el mercado ofrece una gran variedad de tiendas, en filas
que culebrean al borde de la carretera, creando angostos pasillos.
Un
mercado como La Curva sufre desde leves metamorfosis cotidianas, cuya
novedad puede pasar inadvertida, como un tenderete nuevo, una mesita con
teléfonos, una venta provisional de pasteles, hasta otras no tan leves,
en todo caso se trata de movimientos regidos por leyes internas,
códigos controlados por poderes locales o municipales difusos.
Resulta obvio que donde se crucen las rutas acontezca la mayor densidad
de negocios, mas resulta interesante observar cómo la actividad
comercial hacia el norte tiende a fortalecerse. Cerca del cruce, en la
isla que divide las dos rutas, los negocios han aprovechado el mínimo
espacio y prácticamente la mirada se consigue únicamente con negocios a
pesar del intenso flujo de autos y buses, visión que contrasta con el
horizonte despejado hacia La Limpia.
Por
todo lo dicho, concluimos que un mercado como La Curva, hecho al ritmo
de las necesidades, de acuerdo al tráfico de personas e intereses,
integrado y constituido por los reflujos y reflujos de las comunidades y
poblaciones que lo cruzan y allí se abastecen, genera dinámicas urbanas
que replantean las ideas tradicionales de la ciudad de Maracaibo.
Muchas personas de estos sectores, sobre todo los jóvenes, no “conocen”
la ciudad de Maracaibo que aparece en la prensa o la televisión, la
Maracaibo turística, la de las vallas, la de las postales, la ciudad que
ofrece productos culturales y artísticos, etc. La
periferia se torna suficiente y necesaria para sus ritmos y modos de
vida. La Curva entonces deviene centro, toda vez que la ciudad
tradicional se ha descentrado.
La
Curva estuvo, está y por ahí se pasa, se cruza, se vive. La Curva hace
rato que descentró a Maracaibo, como lo viene haciendo el Kilómetro 4,
por ejemplo, al sur de la ciudad, o Los Plataneros.
En
otro orden de ideas, la crítica sobre la ciudad contemporánea ha dado
demasiada importancia al descentramiento. Descentramiento y red son
naturales con respecto a los movimientos y flujos populares. Despegados
del poder central, excluidos y desechados por la cultura dominante, han
tendido redes de solidaridad y mercantiles resistentes al marginamiento
de los poderes centralizados y despóticos. Los pobres han sobrevivido, y
de electores esperanzados y una y otra vez engañados, pasaron al
escenario político como los bárbaros en las ciudades cuadriculadas del
imperio. El pensamiento elitista fabricador de gobiernos y Estados
quiere devolver el golpe, cuando evalúa su profunda crisis y apela a las
redes, a la horizontalidad, como si fuera una virtud y un desenlace de
los flujos de capital virtual, financiero, acomodando dichas ideas y
prácticas a la desregulación y la globalización. La semejanza no
obstante es sólo aparente: las redes del pueblo son naturales porque no
hay otra manera de vivir en sociedad a menos que se postule y se logre
sobrevivir en el absoluto aislamiento.
Valga
recordar que las comunidades periféricas, marginales, excluidas de las
grandes ciudades, que habían luchado por la tierra y por los servicios
básicos, que construyeron sus casas y aprendieron o pusieron en
práctica, sobre la marcha, todos los oficios necesarios para el
levantamiento de sus barrios, fueron en su momento sometidas a una
sistemática desmovilización con la aparición de aparatos del Estado que
enfrentaron su rebeldía y autosuficiencia. Estas figuras, las juntas
promejoras, que luego derivaron en asociaciones de vecinos,
languidecieron hasta desaparecer con los partidos políticos y el caduco
Estado paternalista, desplazados en primer término por el neoliberalismo
como etapa culminante del capitalismo y después por los pueblos
indignados contra sus políticas de ajuste.
Un
producto cultural como el mercado de La Curva generado por las
prácticas sociales y comerciales de poblaciones específicas, hace tiempo
hizo posible no sólo el descentramiento sino la articulación en redes y
nudos que hoy son el salvavidas o la panacea (en lo que a la gente
respecta sólo teóricas, puro divertimento intelectual, justificadoras
entre otras muchas cosas del nuevo trabajo a destajo, freelance, sin
seguridad social y caníbal) de las sociedades capitalistas, apegadas al
pensamiento cibernético.
El viejo y populoso centro en la periferia, que es La Curva, está formado en definitiva, por el ir y venir de la gente.
Por José Javier LeónOficina de Comunicación e InformaciónAlcaldía Bolivariana de Maracaibo
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