lunes, 27 de julio de 2015

Las mujeres se crecen con Chávez

Yamira Acosta
61yacosta@gmail.com

Las mujeres se crecen con Chávez La paridad tiene su historia en Venezuela. Los movimientos feministas, en su largo transitar, desarrollaron importantes acciones en busca de concretar el derecho político de las mujeres, expresado en su participación en las tomas de decisiones, como única vía para que éstas puedan ser tomadas en cuenta en el diseño del nuevo Estado, construcción del gobierno, y en la concepción y ejecución de políticas públicas. Es así como la paridad de género es una estrategia política que se viene impulsando en el país hace más 30 años, como un mecanismo que abre la posibilidad a la elegibilidad de las mujeres a los puestos de elección popular con voz y voto en las tomas de decisiones de alto nivel, en igualdad de condiciones e igualdad numérica. Esto aplica desde los niveles macros hasta los niveles micros del poder, en la que descansa la gobernabilidad de la nación.

Es innegable que la paridad política implica un cambio en las estructuras del orden institucional que se encuentra ceñido al poder patriarcal. Este planteamiento involucra la redistribución de oportunidades, los medios para llegar a ello y el trato en el ejercicio del poder, como una vía expedita para que las mujeres concreten su derecho a protagonizar de hecho en la dinámica política del país, como parte de la tarea que también es inherente a éstas.

Fue de la mano del Gigante Chávez que las mujeres lograron en 1999, incorporar tan reñida demanda al nuevo marco jurídico nacional: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV), tal como queda expresado en su artículo 21, y refrendado en el 23, al darle jerarquía constitucional a los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos suscritos y ratificados por este país.

Las féminas venezolanas, desde sus diversas posturas políticas e ideológicas, se sumaron en un solo bloque y se constituyeron en un Frente Único de Mujeres para las batallas que exige la paridad política de género; con el fin de que ello contribuya a un cambio significativo en los estereotipos del ejercicio del poder por parte de éstas, al tiempo que se fortalezca la igualdad de género en otros sectores de la acción pública y promueva el desarrollo de una tendencia democratizadora del sistema político dentro de los partidos tanto de derecha, como los que se enmarcan dentro del proceso revolucionario.

La siembra de Chávez sigue cosechando frutos y las mujeres hoy más que nunca se crecen en la historia. Organizadas, dispuestas al combate, desde sus diferentes frentes, desde una clara perspectiva de género, perfilada por los movimientos feministas, hoy son empoderadas del poder político nacional, amparadas por el marco jurídico general de la nación, comprendido por la CRBV, la Ley de Igualdad de Oportunidades para las Mujeres y la Ley de partidos políticos, reuniones públicas y manifestaciones.

El árbitro electoral venezolano (CNE), pone en la palestra nacional, para este proceso electoral venidero, un tema que ya estaba perdiendo filo y que movió los cimientos de la cultura patriarcal y sexista dentro de las estructuras de los partidos políticos de vieja data. Con fuerza este organismo rector de procesos electorales enarboló la paridad de género, a través del Decreto 050401, del 2008, en el que se establece las candidaturas paritarias y que ha puesto de cabeza a los grupos políticos de la derecha que se hacen representar por la MUD.

Hoy se devela el gran malestar de los hombres de la derecha al tener que incorporar mujeres en los puestos salidores, para ocupar curules en la nueva Asamblea Nacional que se elegirá el 6 de Diciembre.

El sector mujeres coincide con que el discurso machista, sexista y excluyente de la derecha venezolana contra las mujeres que se ubican en su mismo lado político activa una alerta que hay que atender, considerando las señales emitidas por sus voceros. No se debe descuidar la posibilidad, dice Evangelina García Prince, del observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, que se practique una inclusión ficticia, subordinada, que conduzcan a un mimetismo político de la exclusión

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