domingo, 1 de mayo de 2016

En tiempos de conuco


Miguel Fuenmayor
puchimaajachi@hotmail.com

A una gran mayoría de venezolanos y venezolanas las palabras hacienda, hato y granja, le significaba prosperidad, riqueza o dominio. La bosta de vaca es signo de riqueza. En pocas palabras el señor feudal que siempre anda por allí (en el imaginario capitalista) se insuflaba en la mente de la gente. Tanto así que muchos políticos de la IV República terminaron siendo señores feudales que en muchos casos exigían hasta el derecho de pernada en sus predios.

Porque algo sí ha hecho bien el capitalismo; vender los sueños de riqueza y dominio a toda la población, que por la misma naturaleza del capitalismo será excluida de la riqueza y los “placeres” que compra el capital.

Por otro lado, lo opuesto a la hacienda era el conuco, signo de atraso, pobreza y miseria. La palabra conuco estaba allí, en la ignominia junto a sus compañeras: trabajador, obrero, maestro, peluquera, barbero, mesonero, puta, marisco, lesbiana, comunista, socialista y otras que por razones de espacio no mencionaremos.

Hasta que Chávez y la Ley de Tierras sacó al conuco del lugar de las palabras proscritas y lo declaró “patrimonio productivo de la nación": Se reconoce el conuco como fuente de la biodiversidad agraria. El ejecutivo nacional promoverá en aquellas áreas desarrolladas por conuqueros la investigación y la difusión de las técnicas ancestrales del cultivo, el control ecológico de plagas, las técnicas de preservación de suelos y la conservación de los germoplasmas en general”, (Ley de tierras ydesarrollo agrario, artículo 19). La destrucción simbólica del conuco consolidó la destrucción de la vida comunitaria campesina y produjo mano de obra esclava para los hacendados y el éxodo del campo a la ciudad.

Para mí el conuco es mi abuela. Por allá por el sector El Curarire de La Concepción. Era un espacio donde estaban todas las frutas: naranjas, mandarinas, limones, toronjas, cañafístula, manzanita, mangos, cajuiles, guanábanas, ricas chirimoyas, rojas granadas y los semerucos de Alí. Hasta había un cocal. En cuanto a los animales había un corral de chivos y ovejos, cochinos, gallinas, pavos y gallinetas. Se sembraba yuca, maíz, frijol y topochos. La abuela era previsiva y fue una de las primeras en construir tanques para almacenar el agua de lluvia. Aunque para los años 60, 70 y 80 en el Curarire llovía mucho. Hoy no es así y la mayoría de los conucos y hatos han desaparecido tragados por la ciudad. El conuco nos alimentaba todo el año, excepcionalmente había que venir a Maracaibo a comprar alimentos. Gracias a Dios y a la necesidad de cambiar el sistema rentista y tanto predicar de Chávez, parte del conuco y las enseñanzas de la abuela han comenzado a renacer.


Hoy nos toca a los hijos de la tierra enseñar a nuestras generaciones el amor al trabajo, al estudio, a la siembra como lo predicaba el gran Simón Rodríguez.

1 comentario:

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