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Venezuela pasa por horas estelares de su historia. Dos siglos después de liberarse de la corona española, el imperio contemporáneo del norte de América, convertido en potencia militar, amenaza a la Patria de Bolívar, disfrazando su discurso guerrerista con el traje de paladín de la libertad mundial, actuando como tirano del mundo.
A Obama no le quedó más remedio que asumir la conducción del derrocamiento del Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, electo en comicios libres, transparentes, a la luz del mundo entero: Nicolás Maduro, el Presidente Obrero.
Bajo los efectos alucinantes del poder ofertado por el capitalismo, la oposición no hará de interlocutor con el Gobierno Bolivariano, simplemente porque no ha sido interlocutor de sus propias bases. Esto por supuesto, es un desequilibrio para cualquier país, porque todo gobierno debe tener una oposición decente que proponga alternativas, pero no jugando a favor del adversario extranjero.
Los venezolanos nos vemos acechados por la potencia militar norteamericana, por los narcoparamilitares y por los lacayos internos que explayan sus deseos de adueñarse de la riqueza nacional. Con tan peligrosos enemigos, ningún patriota puede estar desprevenido. El miedo no es una opción.
Los Ubevistas tenemos un papel vanguardista que cumplir. Incidir en la opinión pública y activar en cada comunidad donde tenemos presencia, células patriotas para la defensa nacional. Con la vasta organización de movimientos sociales en cada sector, barrio, pueblo, crear estas organizaciones de defensa que abarquen no solo lo concerniente al aspecto militar, sino al aspecto logístico, asistencial y comunicacional. La guerra de guerrillas y conflicto de resistencia como respuesta a la agresión militarista.
En los abriles de Venezuela han florecido momentos inolvidables de transformación histórica y de maduración política: 1810 y 2002 son hitos que nos recuerdan que no nos conformamos con el recetario imperialista, sino que por el contrario, levantamos nuestra voz y el mundo ha escuchado, que el pueblo venezolano es reservorio de libertad y de conciencia crítica, desencadenante de la emancipación social de naturaleza subversiva, herencia de Bolívar el Libertador, de la resistencia indígena, de los esclavizados africanos; de los campesinos y de los primeros movimientos obreros, nacidos a la sombra de la opresión, convertidos en luces de lucha revolucionaria.
La Revolución Bolivariana también tiene sus cicatrices históricas: los embates de la plutocracia, hija del capitalismo, tuvieron su momento cumbre el 11 de abril. Pero el pueblo venezolano les dio una lección de valentía, de sapiencia y de rebelión. Por mucho, la nueva opresión parecía devastar lo que con tanto sacrificio se había construido. El derrocamiento de Chávez parecía consumarse ante la furia contrarrevolucionaria no solo interna sino transnacional. Pero en un solo intercambio de la luna con el sol, Venezuela volvió a demostrar por qué es un Bravo Pueblo y relanzó una auténtica rebelión para salvar a su Presidente Constitucional –el más legítimo de todos para restaurar en el Pode Político al Poder Popular hecho carne: Hugo Chávez Frías.
Esa defensa de la dignidad resulta indescifrable para las cuentas por sacar que tiene el imperio y la oposición venezolana, divorciada de las luchas populares. Es ininteligible para ellos y sus aliados externos. En abril de 2002 se demostró por que “Chávez los tiene locos”.
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