La más reciente y acaso la más
grave injerencia norteamericana ha recibido certeros calificativos por parte
del presidente de Ecuador, Rafael Correa quien la tildó de grotesca, ilegal,
descarada, inaudita e injustificada. Semejante exabrupto cometido por el
presidente Obama tiene sus razones:
- Una oposición que devino
bagazo, inútil e incapaz de hacer su trabajo para el cual tiene más de una
década recibiendo pingües beneficios.
- La subestimación de Nicolás
Maduro por parte de toda la caterva opositora nacional e internacional y la
consolidación de su liderazgo, pese a los ataques indiscriminados por todos los
frentes.
- El mal ejemplo del chavismo que
empieza a descolocar las piezas del ajedrez de la Otan, primero con Grecia y,
por los vientos que soplan, en España.
- El desastre de todas las
intervenciones en Oriente Medio, en donde se confunde la doctrina del caos constructivo
con el fracaso más estrepitoso.
- La cada vez más difícil
capacidad de EEUU para ocultar sus relaciones carnales con Al Qaeda, con el
llamado “Estado Islámico” e incluso con Boko Haram, ejércitos de mercenarios
armados y entrenados para hacer el trabajo sucio: sembrar vastos territorios de
Estados Fallidos y robar recursos naturales sembrando el terror. Estos
ejércitos tienen además, otra muy importante función: controlar la droga, el
narcotráfico y, más recientemente, la explotación petrolera. En efecto, el
mentado Estado Islámico ha sentado sus reales sobre pozos petroleros, los
cuales administra de común acuerdo con las trasnacionales petroleras. A este
regalo fruto del latrocinio y el cinismo se le debe sumar lo obtenido a través
del fracking, que permitió llenar
súbitamente el mercado petrolero para que los precios se precipitaran y con eso
debilitar las economías dependientes de la renta petrolera como es el caso de
la venezolana.
La caída repentina de los precios
debía coincidir con: la arremetida brutal del dólar cucuteño, el tráfico de
alimentos y medicinas, el bachaqueo y el trasvase de gasolina al mercado
colombiano que repuntó su PIB con petróleo robado.
Todo este paquete de
“acontecimientos” debía acumular elementos para la bomba social y su estallido.
De allí que a las colas en las cadenas de supermercados apuntaran todos los
esfuerzos mediáticos para sembrar zozobra junto al accionar de operadores
políticos que incitaran a los saqueos y provocaran el desmadre de la situación.
De más está decir que nada de lo
mencionado, nacional, doméstico o internacional, incluyendo el desbocado ataque
mediático madrileño, estadounidense, mayamero y colombiano, alcanzaron su
cometido final: socavar el respaldo popular de Maduro, líder del PSUV y del
Gran Polo Patriótico que se prepara para una aplastante victoria sobre una
oposición hambrienta de un golpe de Estado como quien saca un conejo de la
chistera.
Nicolás Maduro, por si fuera poco,
está a punto de lograr -si es que ya no lo alcanzó-, un histórico acuerdo
nacional en torno al aumento del precio de la gasolina, prácticamente congelado
en la conciencia del pueblo venezolano desde los terribles acontecimientos del
27 de Febrero de 1989.
Todo esto y muchos más elementos
han propiciado que los EEUU, el Pentágono y su títere el señor Obama hayan
producido un peligroso bodrio jurídico que preanuncia una intervención militar
en la patria de Bolívar.
La economía de EEUU ha sido
desplazada por China, el dólar sucumbe a su falta de una economía real que lo
respalde, la casi totalidad del mundo productivo transa sus negocios en monedas
locales, el mundo asiático se reconstituye y, junto a los BRICS están
reconfigurando el orden mundial.
A la Otan y a EEUU no le queda
sino la guerra: el único escenario donde gravita su incapacidad de comprender
el mundo.
Las declaraciones del “Premio
Nobel de la Paz” sobre la fuerza de su ejército son la prueba fehaciente de su imposibilidad
de “torcer el brazo” de los países que ya no le temen, como ha quedado demostrado,
por citar sólo un ejemplo, en todas las elecciones llevadas a cabo en
organismos multilaterales las cuales dejan al descubierto el aislamiento de
Israel, EEUU y las islas Palau.
En este apretado escenario ocurre
el dislate, peligroso, obtuso e irracional, de acusar a Venezuela de ser una
amenaza a la seguridad de EEUU.
La patria de Bolívar sabrá
responder a la insolencia y más aún si la bota extranjera llegado el caso, hoyase
el suelo sagrado de la patria.
La movilización nacional e internacional,
los anillos de protección legados por el Comandante Chávez y una reverberante unidad
nacional darán al traste con la intención de derrocar al gobierno del Pueblo
Maduro.
Suramérica fue declarada zona de
paz y hacia allá están encaminados todos los esfuerzos. El pueblo venezolano,
unido y a una sola voz, dice no al intervencionismo. La desesperación es mala
consejera y la inteligencia imperial en su debacle cree contar con lo único que
tiene: fuerza bruta. Sin haber ganado una sola guerra desde la Segunda Guerra
Mundial y disputándole desde Hollywood el triunfo sobre los nazis a la Unión
Soviética, pretende detener lo indetenible, el surgimiento de un nuevo orden
mundial, más justo y equilibrado, sin el dominio cavernario de la guerra.
Por la paz, por la Victoria Perfecta
sobre las pretensiones del Imperio y por la consolidación del gobierno popular,
chavista y antiimperialista de Nicolás Maduro, hijo de Chávez, gritamos a una
sola voz: “Yanqui go home”.
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