miércoles, 2 de marzo de 2016

De una a otra economía

Jesús Parra
jesusoparra@hotmail.com 

La economía es un término que ha recibido diversas acepciones, que transitan desde las ideas de extracción, intercambio, distribución, producción, hasta el consumo de bienes y servicios. Ideas, que por supuesto, no se alejan, de lo que representan estas prácticas. 

Sin embargo, desde un ámbito muy cercano a lo local­popular, entre urbanizaciones, casas amuralladas (Villas), Centros Comerciales (La otra ciudad), y barriadas en general, ha habido una fuerte tendencia a posicionar la economía, como sinónimo de consumo de bienes y servicios. 

Pero esto, no es fortuito. Forma parte, como lo describió Platón, en razón de las necesidades físicas, como “Ciudad de Exceso”, es decir, donde se rebasan los limites de lo necesario, y donde el afán de lucro, conduce a la abundancia y al lujo. Un mundo plasmado, desde el sueño imperial, materializado en la llamada Cultura de consumo, y pilar fundamental, de una economía improductiva y dependiente. 

Este ha sido la posición del capitalismo, que de forma voraz, ha venido haciendo estragos, a nombre de su creador, en el panorama mundial, para justificar, y poder abrigar, en la sociedad, unas relaciones de poder, debidamente preconcebidas y determinadas, con esquemas “idealizados” de desarrollo, patrocinados por relaciones de producción, donde impere la premisa: “Que mis actos caigan sobre mi cabeza, mi derecho es lo que exijo, la pena y garantía de mi contrato”. 

Una práctica, además, que se ha hecho carne y hueso, asentándose en países en vías de desarrollo, generando una economía endeble y transitoria, en procesos y gobiernos anteriores (caso venezolano) pautada, en un primer momento, por la agricultura, y en un segundo tiempo, por una economía rentista petrolera, creadora de grandes edificios, aeropuertos, universidades, hospitales, entre otros, como lo reflexionaba Arturo Uslar Pietri, en unos de sus tantos ensayos, y donde se avizoraba la posibilidad de una crisis energética. 

Por ello, sigue siendo importante, rescatar las bondades de la tierra y el suelo, como formas naturales, suficientes, y garantizar así, la vida terrenal. Crear una nueva visión, tanto de la economía, como del trabajo, donde, no solo, se responda a lo urbano, a través del comercio y consumo de artículos, en su mayoría, provenientes del extranjero, sino que se revierta el orden preestablecido, y se pase de una cultura consumidora, a una cultura productora, donde quien trabaje, sea sujeto, y no objeto, de creación. 

He allí, entonces, la importancia vital, en tiempos y contextos difíciles, de los proyectos socioproducitvos, como maneras o alternativas, con nuevas relaciones de producción, cimentadas en lo social, con plena participación de las comunidades, que generen fuentes de trabajo, y que en definitiva, responda a un plan consensuado, donde se elabore y ejecute una serie de planes o programas, vividos, sentidos, y sufridos, desde el propio seno social, donde cada barrio, urbanización, entre otros, se autopromocione, según sus potencialidades, posibilidades, y especificidades locales, económicas, ambientales, culturales, ideológicas y políticas. 

Un proyecto que responda a una demanda, un legado, de un nuevo modelo socioproductivo socialista, que parta del bien entendido ejercicio del poder popular, a través de figuras organizativas, como Consejos Comunales, Comunas, y Estado Comunal, con una debida demarcación o geometría política. En resumidas cuentas, es necesario que se establezcan unas nuevas relaciones sociales, que resulten de convenciones, y de una consciente labor humana, que genere la promoción y consumación de espíritus emprendedores, y con ella, provocar la transición hacia una economía sustentable, con un sujeto que se libere de la tiranía del capitalismo, y se reafirme como protagonista de su propia historia, y de su propio desarrollo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario