Ma. Verónica Meléndez
@fetichica
En estos días, ante la necesidad de adquirir ciertos artículos de consumo que ya se me habían terminado, inadvertidamente expresé: “tengo que ir a bachaquear” y dos buenos amigos que me escucharon me dijeron escandalizados que a qué me refería y les respondí que lo que quise decir es que debía buscar donde estaban disponibles dichos productos. Mis buenos amigos no tardaron en argumentar la semántica del término, señalando su aspecto delictivo: “¿cómo vais a decir eso?, vos no sois así”. “¿Cómo así?”, pregunté. “Pues, una delincuente”, respondieron. La disertación no avanzó demasiado, duró lo que su explicación. Sin embargo, el tema no se agotó, por lo menos para mí. Y no se agotó porque es algo que atañe a la lengua, que es viva y sus fenómenos constantes y cambiantes.
Una de las formas en la que esto se pone de manifiesto es el neologismo. Los neologismos son nuevas formas léxicas o acepciones del significado de un término ya existente y nacen por la necesidad de nombrar una nueva realidad, concepto, idea o fenómeno.
El mundo de la tecnología nos podría servir como referencia para ilustrar el punto. De repente empezamos a usar el verbo (ya admitido por la RAE) “tuitear” para referirnos a la redacción de un texto de 140 caracteres en la red social virtual Twitter. Cuando queremos difundir una información en una organización determinada, usamos “bajar”, que viene del término informático download (descargar). Y como esos muchos ejemplos podemos encontrar del nacimiento de nuevos términos a partir de una nueva realidad.
Ha sucedido lo propio con la reciente aparición de los vocablos: bachaquero, para designar a una persona que realiza esa práctica; bachaqueo, para la acción y efecto de; y bachaquear, que es el verbo para designar dicha acción.
¿Pero qué significa? Luego del episodio con mis amigos quise preguntar a la comunidad al respecto, entre un grupo heterogéneo. En primer lugar, hay quienes coincidieron con el concepto de mis amigos, expresando lo siguiente: “es robar, ganar dinero sin trabajar”, “es un delito que está socavando la estabilidad del país”. Otro segmento hizo alusión al aspecto metafórico y quizás a la acepción original: “se asemeja al transitar de los bachacos u hormigas, cuando trasladan los alimentos e insumos hacia el hormiguero”, “trasladar de un sitio a otro”, “carretear”, o “para mí es la metáfora de los bachacos llevando hojitas de un lado a otro en filita”. Una tercera vertiente lo entiende como: “comprar para revender”, “revender productos regulados”, “comprar a precio de producto regulado para vender a precios de especulación, para venderlos fuera o dentro del país” o “metáfora para nombrar variadas formas de contrabando de extracción y formas de distribución dentro del territorio nacional al margen del sistema de distribución de las cadenas comerciales públicas y privadas”. Finalmente, otro concibe el bachaquear como una “búsqueda de productos”, es “acumular una pequeña reserva de productos básicos porque se tiene la casi absoluta certeza de que no se encontrará en las semanas próximas” o simplemente “hacer la compra”. Nota: alguno respondió que no solo es comprar los productos, sino también es hacer las colas para adquirirlos.
Considerando los factores económicos, sociales, antropológicos, entre otros, que intervienen en las diferentes concepciones del fenómeno, el idioma está ahí para ayudar a adaptarnos a las nuevas realidades.
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