martes, 2 de junio de 2015

EDITORIAL


Miguel Fuenmayor
@fuenmayormiguel


Todo parece indicar que en el mundo de los medios de difusión y de información la batalla está perdida. Diez conglomerados producen, distribuyen y venden las imágenes, videos, audios y letras impresas que conforman el imaginario colectivo de la humanidad. Los periodistas, salvo ligeras excepciones, son esclavos de las empresas y, en el caso de Venezuela, hoy producen y reproducen los textos más abyectos escritos en los doscientos años del periodismo en el país. 

Solo un ejemplo puede ilustrarnos al respecto: las agencias informativas AP y UPI difunden diariamente 35 millones de palabras, mientras el pool de las agencias de los países no alineados solo logra producir unas cien mil palabras. (Viera, 2010:181). En el mundo de las palabras y las ideas la lucha es desigual, pero hay que seguir dando la batalla por la verdadvida. 

Las teorías de la comunicación que se han producido desde los años 30, una tras otra se han desechado según mandato de los creadores del orden establecido. Parecen escritos en piedra eterna los asertos: Los medios legitiman los hechos y refrendan la realidad y, por lo tanto, en el imaginario colectivo se sigue asociando los medios privados con libertad de expresión y las legislaciones e intervenciones de los estados se asocia como medidas dictatoriales. Pero hay que decirlo mil veces, esto es una gran mentira. Solo los ciudadanos pueden revertir estas ideas. Y será una lucha de cuerpo a cuerpo: en familia, con el vecino, con la comunidad, pero también a través de los medios digitales. 

Bolívar decía: la prensa es la artillería del pensamiento y Chávez lo refrendó. Nos toca hoy a los formadores de ciudadanos reproducir la idea de que nuestro sur es la verdad y la batalla apenas comienza en Nuestra América.

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