viernes, 6 de noviembre de 2015

Editorial

Verónica Pirela
@verorebonatto

Si bien ningún tejido social es homogéneo y uniforme menos lo es una revolución, menos que menos si es latino caribeña nacida en nuestros lares, donde somos tan diversos que ni el café se sirve igual de una esquina a otra. Así es imposible esperar que quienes nos identificamos como chavistas seamos una repetición en serie sin diversidades de acciones e interpretaciones en eso que hemos llamado el proceso bolivariano. 

Triste es para aquellos que nunca lo han comprendido y que ansiosos por un mundo ideal ante las dificultades y/o reveses se rinden invitándonos a rendirnos con ellos, pues se han colocado los cristales de la oscuridad siendo incapaces de mirar más allá de lo evidente. Hay tres episodios de nuestra historia reciente que es bueno retener en nuestra memoria individual y colectiva por aquello de Adiós al Chavismo, reflexión del desafortunado camarada Roland Denis que fue muy comentada recientemente. 

Para esos chavistas como Roland, esos que no son de los oportunistas de franela roja quita y pon, hacemos un simple ejercicio de memoria reciente, en este periodo de guerra económica pre electoral. 

1) Bajo qué convicciones y certezas puede un desconocido teniente coronel lanzar una aventura militar contra la “democracia” más estable de América latina, salir derrotado para horas más tarde encender de pasión revolucionaria a todo un pueblo. Con cuáles cristales se mira la realidad del momento en circunstancias tan desafortunadas. 

2) Quedó plasmado, en ese tremendo documental, La revolución no será transmitida de Donnacha O’ Briain y Kim Bartley, uno de los momentos más impresionantes de estos tiempo. Aquel Chávez Presidente saliendo detenido de Miraflores. Un manto del más oscuro nos cubrió para demostrarnos que es posible renacer. Aquellos episodios de tribulación pintaban desesperanza pero Volvió. 

3) Se nos enferma el líder máximo y eterno – aunque les duela es así- esta vez no hubo giro favorable de último minuto. Ese hombre que anduvo encendido abriendo brechas hasta en las piedras murió. Partida prematura, horrible certeza de lo que jamás debió suceder. Pero Nicolás, ese que llamas Maburro, no lloró en un rincón y salió a despedirse. No salieron huyendo de Miraflores por la puerta de atrás. Lloró

con nosotros asumiendo el encargo sin oponer resistencia. Un país de luto, con los precios del petróleo en caída y siga usted la lista de condiciones adversas. 

¿Entonces nosotros le vamos a comprar la desesperanza a nuestros enemigos históricos? Nadie nos prometió una revolución perfecta y menos acabada. Esa revolución tipo lista para usar no existe compatriota. La revolución hay que hacerla día a día en Miraflores, en el barrio y en la casa. Nadie nos prometió un camino de rosas y menos un salvoconducto sin fecha de expiración. Todo lo contrario mucho que nos advirtieron los peligros y riesgos internos y externos, me refiero a los intrínsecamente humanos y a los riesgos que nos imponen las fuerzas de los poderes hegemónicos mundiales. 

Así que si estamos bajo nuevas, diversas e intensas circunstancias que nos enfrentan a los demonios que asechan a la revolución bolivariana saquemos nuestro arsenal de la memoria reciente y salgamos al combate con la fuerza de la palabra como nos enseñó el mismísimo Chávez. Unidad, lucha, batalla y victoria.

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