José Javier León
Escribo
esto motivado por unos tuit producidos por una “periodista”
estrella de CNN. Las comillas son de rigor porque respeto a los
periodistas, sobre todo porque los y las de verdad suelen convertirse
en objeto de ataques y no en pocos casos, en objetivos militares de
un ejército global que opera en las sombras o al descubierto al
servicio de poderes fácticos y hegemónicos. La operadora en
cuestión es Patricia
Janiot.
Ella
escribió
en
dos tuits
lo siguiente:
1. Aporto un poco a su entendimiento. La diferencia entre el éxodo de Colombia es que los que se quedaron tenían para comer y curarse en una economía productiva y mucho más diversificada que la de Vzla sin inflación, devaluación incontrolables y expropiaciones masivas, entre otros.”
2. El éxodo de venezolanos no es un “montaje de Hollywood”. Se trata de la peor crisis migratoria y humanitaria en Latinoamérica. Les comparto parte de lo que presencié desde la frontera colombo-venezolana hasta mi ciudad, Bucaramanga.
La
operación acometida
por la periodista estrella consiste
en tachar
el
pasado y rellenar su ausencia con una versión
de la realidad
hecha a la medida de los intereses que necesita(n) promover
para que un sector de la clase media alienada y alineada a las trasnacionales de la
“comunicación”, que ha hecho de la historia un
vejestorio, de
los datos paja, de la información dimes y diretes, de la lectura, el
estudio y la investigación, plagio y descrédito, siga
viviendo en la burbuja del consumo, consuma o no. La idea es que el
mundo permitido o posible sea uno donde el consumo sea la regla y el
que no pueda,
pues que
quede
afuera,
excluido.
Lo que me
asombra -no
debería asombrarme pero en todo caso me pareció un ejemplo extraordinario-
es
cómo en tan pocas palabras despacha(n)
una historia cruenta y terrible, más de medio siglo de un conflicto
que hunde sus raíces en el siglo XIX y
en las sangrientas montoneras de conservadores
y liberales. Cómo
despacha
a millones de colombianos y colombianas que huyen y huyeron de la
violencia, de las operaciones paramilitares, de las fosas comunes,
escapando
de
ingresar a juro y sin otra alternativa que
cruzar la frontera como sea, en
los ejércitos de guerrilleros, paramilitares o del
ejército
regular, para hacer frente y ser carne de cañón de una guerra
pagada por el imperialismo y
consentida por la oligarquía para
convertir a Colombia en un estado fallido, en un narco estado, en
el que
tuvieron como congresista apenas
ayer a
un Pablo Escobar pero hoy, a Uribe, que además como
todos sabemos fue
presidente y que
repite
como
todos también lo saben, con
Duque.
Dice José
Francisco Niño Pavajeau, la
verdad, uno de los tantos que han estudiando el fenómeno, que:
“Un
promedio de seis hogares fueron desplazados cada hora, durante 1997
en desarrollo de una estrategia político-militar que en algunos
casos está ligada a fuertes intereses económicos y que se sustenta
en el terror y la violencia indiscriminada contra de la población
civil ajena a la confrontación armada. Esta consiste en realizar
previamente una inteligencia de tipo militar, en la que se investigan
personas y comunidades involucradas de cualquier forma con las
fuerzas insurgentes, se elabora una lista preliminar de los elementos
más peligrosos y luego con la lista en mano, se dirigen a las
poblaciones en las que habitan y se eliminan en plaza pública con el
pleno conocimiento de todos los habitantes. Esta forma de homicidio
selectivo la comenzaron aplicar los paramilitares en Colombia a
partir de los años ochenta en la región de Urabá.”1
Lo terrible
es
que lo
que
aquí se narra sigue sucediendo,
hoy son más de 300
líderes sociales asesinados con el agravante de que está planteado
un proceso de paz, evidentemente fallido. En
la última amenaza hecha por las Águilas Negras están en la lista
incluso representantes y voceros de Colombia Humana, el
partido de Petro que se salvó en plena campaña de ser asesinado.
Pero
para
Janiot, para el grado cero del periodismo para el que ella juega y
representa como ancla de CNN, nada de eso existe. Colombia es y fue
un paraíso y los que se fueron, debemos suponer que por una extraña
e incompresible razón, dejaron atrás el bienestar y el progreso, un
país próspero que los acogía como a hijos queridos y no los
perseguía ni los desplazaba ni los convirtió en las comunidades de
inmigrantes más grande de América
del Sur.
Y
esto último, no
lo digo yo:
“Colombia
es un país que se sale de sus límites geográficos: aproximadamente
1 de cada 10 colombianos vive en el exterior. Según la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM),
Colombia
es el país con mayor cantidad de emigrantes en Suramérica,
seguido por Perú y Brasil, y es también uno de los países de la
región que recibe menos inmigrantes.”2
Sin pasado no hay presente ni
futuro. Parece obvio, pero para el “periodismo” anclado al
capitalismo la frase cobra un escalofriante y paradójico sentido y la desprecia, burla y tuerce hasta
la muerte.
1
“Las migraciones forzadas de población, por la
violencia en Colombia. Una historia de éxodos, miedo, terror y
pobreza”. En Scripta
Nova Revista
Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales.
Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] Nº 45 (33), 1 de agosto
de 1999 http://www.ub.edu/geocrit/sn-45-33.htm
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