miércoles, 29 de julio de 2020
Límites y desafíos en la construcción de la política académica en la UBV, en el marco de la pandemia Covid-19 y la guerra multiforme liderada por el gobierno de los EEUU en contra de nuestro país Venezuela
sábado, 25 de julio de 2020
Jesús, la ofuscación es mala consejera
viernes, 24 de julio de 2020
Coro se escribe con “G” de Gracias
Ana Cristina Chávez A.
Miel y Salmuera / Diario La Mañana
En el 493° aniversario de Santa Ana de Coro, a celebrarse el próximo 26 de julio, debo obsequiarle mi infinita gratitud por la hospitalidad brindada, desde que llegué en el año 2005 a probar suerte en el ámbito laboral, luego de trabajar en Punto Fijo y en Pueblo Nuevo, proveniente de Maracaibo, la tierra donde nací.
De Coro conocía su casco histórico y los Médanos, parada obligatoria en los viajes rumbo a la Paraguaná de mi familia paterna, así que vivir la grandeza de esta ciudad y su gente ha sido un aprendizaje inolvidable. Coro es una metrópolis pequeña llena de enormes corazones, pero como todo, tiene su contraparte. La capital del estado Falcón cumple a cabalidad con el dicho aquel de “pueblo chico, infierno grande”, pese a la santidad a la que hace alusión su nombre y que sabe ampararse en los templos católicos y cruces de madera pacientemente devoradas por el comején.
Por favor, no me excomulguen, pero esta ciudad es una caja de sorpresas que aprendes a amar si logras entender los contrastes existentes en sus paisajes y contradicciones culturales. Por un lado, está su religiosidad arraigada por siglos, que se respira en cada esquina; por el otro, la tierra es dueña de un movimiento literario y artístico de vanguardia, que sin culpa alguna baña sus mejores creaciones en ardiente cocuy. En la otra cara, se encuentra una comunidad de jóvenes universitarios, que antes de la cuarentena colmaba las calles con los más variados acentos, nacionalidades y tendencias. Por último, en ella convive una tribu de políticos que no se cansa de manosearla a su conveniencia, indiferentemente de las siglas y colores que ostenten.
Todo esto se conjuga para que la ciudad se mueva dentro de lo tradicional, lo artístico, lo patrimonial y los intentos de modernidad y avance que sus dirigentes no atinan (o no desean) lograr. Sin embargo, ella sabe salir adelante arriesgándose, aunque los prejuicios que la invaden hagan eco en su cabeza.
Lo anterior, me motiva a ver a Coro como una dama antañona de elevada cultura, que con abanico y rosario en mano se sonroja ante las indiscreciones de los caballeros que la pretenden, pero que en privado, con total libertad, se despoja de enaguas y corsés para entregarse al más lujurioso y varonil de sus amantes.
Aquí crecí como mujer y profesional, conocí a excelentes personas, amigos, compañeros de trabajo y de estudio. Quise y me quisieron. En esta ciudad me brindaron oportunidades, reconocieron mi labor pero también la condenaron. Parafraseando a Simón Bolívar, puedo afirmar que “yo moriré como nací: desnuda”, pero no dudo que mi alma se irá vestida con los recuerdos del Coro –que orgullosamente- decidí habitar en los últimos 15 años. Gracias ¡Nos seguimos leyendo!
anachavez28@yahoo.es @AnaChavez_domingo, 19 de julio de 2020
Esperanza y entusiasmo para construir patria
sábado, 18 de julio de 2020
Obsequio cultural en el décimo séptimo aniversario de la UBV
En el Zulia tenemos una gran caja de regalos para la UBV
Este 18 de julio de 2020, cuando se cumplen 17 años de la fundación de la Universidad Bolivariana de Venezuela, por parte del presidente Hugo Chávez, los trabajadores del Eje Geopolítico Regional Cacique Mara, armamos una gran caja de regalos, llena de buenos deseos y manifestaciones de cariño para nuestra Casa de los Saberes.
Yazmín
Urdaneta Olmos |
PFG en Estudios Jurídicos.
Profesora Verónica Pirela: Le regalaría unas buenas autoridades. Ningún Rector o
Rectora ha visto a la UBV como es.
PFG en Comunicación Social.
Profesora Jenny Farías: Le obsequiaría una sede con internet.
PFG en Comunicación Social.
Profesora Deyanira Henríquez: Le regalaría una sede digna, además un personal que la quiera y la respete, que no sea solo de 15 y último. Un personal que la dignifique.
Profesor Miguel Fuenmayor: Yo le regalaría más amor y más trabajo.
Miguel Fuenmayor |
PFG en Comunicación Social
Profesora Lissette Pérez: Le regalaría una sede en buenas condiciones, que tenga desde internet y todos los implementos necesarios para una educación adecuada a los momentos actuales.
Sin embargo, una adolescente que cumple sus 17 años, estaría pensando en su independencia y en un joven seleccionado por ella misma, en este caso una autoridad por votación. Pero no es el caso, por ahora nuestra adolescente también tiene que adaptarse a la realidad país, por lo que, una sede y sus herramientas para llevar a cabo el proceso de formación, sería lo básico por ahora, mientras seguimos luchando para salir de esta guerra económica y ahora también biológica. Espero que por fin alguien la tome en serio y no estén solo manoseándola, como hasta ahora, que la miran, la tocan y le ofrecen, pero ninguno le demuestra amor con acciones.
PFG en Comunicación Social
Profesor Narciso Antonio Maldonado Salas: Creo necesario que se debería hacer un voluntariado para apoyar en actividades internas y externas a la universidad en todos los campos: laboral, social y científico, además la universidad tiene distintos programas, estudios y conocimientos necesarios en los tiempos actuales para apoyar en asesoría de trabajos voluntarios en las comunidades e instituciones, como contribución con el desarrollo del país. Y para cambiar el esquema de estar de espalda al trabajo social, hay que realizar proyectos colectivos por el bien común del pueblo, tomando el ejemplo del Che Guevara.
PFG Psicología.
Profesora Yamira Acosta: Yo le regalaría unas autoridades, un gobierno regional y municipal de profunda convicción revolucionaria y sentido político chavista, que orienten su accionar para posicionar a la UBV como una verdadera universidad revolucionaria.
PFG en Comunicación Social
Profesor Pablo Araque: Le regalaría unas instalaciones acordes a sus necesidades académicas funcionales, donde podamos seguir con los encuentros de saberes postpandemia, para contribuir con el desarrollo de la patria.
PFG en Comunicación Social
¿Qué le regalaría a la UBV en sus 17 años de fundada?
"Le regalaría, para que lo reparta entre quienes la amamos y seguimos a su lado, un mapa inmenso en espacio-tiempo, del tamaño del territorio si es necesario, dibujado por nuestras propias manos, con barro, sudor, clorofila y saberes múltiples, que reflejen lo que ya no aguanta más para asomar su efervescencia".
Primero, un beso y un
abrazo, por ser quien es, por insistir en seguir siendo a pesar de las dificultades
y los abandonos.
Le brindaría la calma que tanto le falta al venezolano, como cantaba el viejo Simón Díaz, para que su madurez institucional la agarre bien parada, robusta y seria ante las veleidades de las cosas menos importantes, para ir buscando el reposo que la consciencia da y que Venezuela necesita para entenderse y para, a partir de allí, construir-se algo parecido a un Nosotros-perfil-identidad.
Le regalaría, para que lo
reparta entre quienes la amamos y seguimos a su lado, un mapa inmenso en
espacio-tiempo, del tamaño del territorio si es necesario, dibujado por
nuestras propias manos, con barro, sudor, clorofila y saberes múltiples, que
reflejen lo que ya no aguanta más para asomar su efervescencia.
Le regalaría la posibilidad
de ser niña y abuela a la vez, para que el entusiasmo saltarín de la chiquilla
y la paciencia sabia de la abuela le dibuje alas que permitan alzarse para ver
el bosque desde arriba y posarse en las ramas, cuando sea necesario, para
acariciar e iluminar con sus saberes a quien lo necesite.
Y unos lentes de aumento,
multifocales, para comprender y armar desde todo punto de vista, y a toda
escala posible, aquel tejido que nos arma y que tan poco hemos entendido, y que
con las acciones que de estos entenderes emanen, comenzar a construir un perfil
de Venezuela que del cual nos sintamos orgullosos por haber sido ingredientes
esenciales en su construcción y apuntalamiento.
JUAN CARLOS SOTILLO MENESES
PROFESOR AGREGADO
EGR CACIQUE GUAICAIPURO
PFG EN HIDROCARBUROS
CENTRO DE ESTUDIOS DE CIENCIAS DE LA ENERGÍA
(Hoy desde Caracas, pero hasta hace un año, por 15 años, desde Maracaibo).
José Javier León: A la UBV le regalaría una amplia discusión sobre el concepto de "trabajo"
"...estoy convencido de que la UBV es de las pocas instituciones que nacieron en el fragor de la revolución bolivariana llamadas a responder al compromiso de construir un concepto de trabajo liberador para una economía otra, socialista".
El trabajo que necesitamos asumir pasa por derrotar la privatización y eso sólo lo podemos hacer produciendo, para lo cual necesitamos generar dentro de los espacios y centros de trabajo, formas de producción no capitalista, y generarlas -he ahí lo complicado- contra el modelo y las formas de ser y hacer que ha impuesto el capital históricamente y que se expresa en los manuales, en los sistemas de experto, en los procedimientos, en las rutinas establecidas, en las certificaciones, en los modelos "probados", etc. En empresas de por sí capitalistas el proceso desprivatizador es sumamente difícil -si no imposible- y las universidades llamadas autónomas y tradicionales la verdad no se plantean ni de cerca ese particular objetivo histórico, al contrario funcionan al servicio de esa ideología, no importa que las conduzca hacia su desaparición como ha venido ocurriendo.
De modo que estoy convencido de que la UBV es de las
pocas instituciones que nacieron en el fragor de la revolución bolivariana
llamadas a responder al compromiso de construir un concepto de trabajo
liberador para una economía otra, socialista. El reto -lo que nos toca y nos
cuesta a veces ver- es reinventarnos -dentro de la propia institución-, luchar
contra nosotros mismos y en el compás histórico que nos ofrece este tiempo de
crisis, proponer al país un concepto de trabajo (y producción y organización
social y comunal) que irradie a todas las instituciones a través de sus nuevas
y nuevos profesionales. Si la UBV no participa en la construcción de este nuevo
concepto, difícilmente otras instituciones lo hagan.
José Javier León
Director del Eje Geopolítico Regional Cacique Mara
María Chamorro: Un testimonio de agradecimiento en el 17 aniversario de la UBV
"En la UBV entré con aquel espíritu invencible recién graduada de Bachiller Mercantil, con muchas expectativas de qué será lo nuevo que traería, sin imaginar que iba ser parte de una nueva esperanza, lucha amorosa y patriótica".
A la UBV la conocí en el 2004, en medio de un espléndido espacio natural. Llegué con la esperanza puesta en mis hombros al ser excluida de la casa de estudio tradicional de mi región. En la UBV entré con aquel espíritu invencible recién graduada de Bachiller Mercantil, con muchas expectativas de qué será lo nuevo que traería, sin imaginar que iba ser parte de una nueva esperanza, lucha amorosa y patriótica. Llegué en ese año y el recibimiento fue caluroso y ameno, no lo puedo olvidar, me abrieron sus puertas e ingresé con mucho ahínco y alegría porque algo me decía en lo más profundo de mi ser que sería increíble el camino que emprendería y sí, he pasado los más increíbles años, vaya que sí.
María Chamorro
Eje Cacique Mara
Centro de Estudios: Cesacodevi
viernes, 17 de julio de 2020
¡SACA LA MANO ANTONIO!
(Publicado en La Semana Digital: https://www.lamananadigital.com/saca-la-mano-antonio/)
Hace algunos días estaba haciendo fila en un local de venta de alimentos, tratando de mantener la distancia social, observando las variadas maneras en que los corianos utilizan el tapabocas, y por supuesto, me mantenía atenta a las conversaciones, las cuales en su mayoría, giraban en torno a los precios de los productos, el valor del dólar y las últimas adquisiciones realizadas. Delante de mí una pareja hablaba sobre la frecuencia con la que compraban refrescos –litro y medio diario, porque sin eso no podían comer- lo que me recordaba que soy la oveja negra de la familia en ese aspecto. Por cierto, el sujeto en cuestión era un cronista en potencia, con buena memoria –requisito indispensable para ser el contador oficial de la ciudad y lo que no recuerda, se lo inventa- pues en ese rato narró la vida de varios lugareños y relató anécdotas de hace treinta años, como si hubieran ocurrido ayer.
Esa noche tendrían una reunión familiar, porque era viernes, el cuerpo lo sabía y lo de la cuarentena no iba con ellos. Así que como andaban juntos, pero no revueltos, cada quien hizo su compra por separado para llevar su aporte al convite. Primero pasó el señor y fue rápido y decidido (el refresco lo compraría en otro lugar donde era más barato), luego la doña paseó su vista por los estantes del pequeño comercio, solicitó un kilo de queso, harina, margarina, huevos, mayonesa, medio kilo de jamón (sí, jamón) y curiosa, preguntó por una mortadela. ¿Qué es eso?, ¿a qué sabe?, ¿es como una salchicha?, consultó al vendedor. Yo estaba justo detrás de ella y pensé: Por Diooos, ¿no vas a saber qué es la mortadela, en estos tiempos?, me di vuelta y la señora detrás de mí lucía la misma mirada de suspicacia.
La mujer pagó sus productos con dólares y llegó mi turno: pedí medio kilo de queso semiduro, por ser el más económico, y claro, observé por el rabillo del ojo la exhibición en los anaqueles, consciente que solo podía comprar eso. Así que cancelé en bolívares, rezando para que pasara la tarjeta sin arrojar saldo insuficiente y procedí a marcharme. Como no llevaba cartera ni bolsa, coloqué el queso en un mostrador, mientras guardaba las llaves, la tarjeta de débito y el ticket de compra en los bolsillos del pantalón. Justo en ese momento, cuando hacía cálculos mentales de cuánto me restaba en la cuenta del banco, escuché una voz femenina que preguntaba: ¿El queso está duro?, y en milésimas de segundos unos dedos de uñas largas y pintadas de rojo se hundieron en el producto lácteo que acababa de adquirir, no había reaccionado aún cuando con total naturalidad le dijo al hombre que la acompañaba: Mira, toca, el queso está blandito, y él con desparpajo procedió a estirar su brazo, dispuesto a comprobar lo que le decían. Como al parecer pretendían convertir el espacio en una feria de palpadores de queso, raudamente tomé el producto y reclamé: Ningún tocar, si quieren díganle que les den para probar, pero no estén manoseando lo de los demás.
Aún pienso que el tapabocas amortiguó el volumen de mi voz, pero así sería la mirada que les lancé, que la señora dio un paso atrás y como si ella no hubiera cometido falta alguna, exclamó: ¿¡Quéee!?, ¿acaso él se lo va a llevar?, molesta y apretando contra mi pecho el medio kilo de queso como balón de fútbol americano, atiné a decirles ¡qué gente tan grosera! Y me fui. La mujer se quedó vociferando, porque claro, la maleducada era yo, que no dejaba que personas desconocidas en época de coronavirus le magullaran el queso que ya había pagado, solo para verificar su dureza.
Y así me ocurre con frecuencia, siempre soy la rara, la que no cuenta su vida con lujo de detalles en la fila del banco, a viva voz y en medio de extraños; la que prefiere estar callada antes que hablar por hablar, porque algo se tiene que decir; la que trata de mantener la distancia social en la calle o guarda cuarentena; la rara que escucha música de surcoreanos en lugar de vallenato; la que le gusta leer y estudiar; la diferente que no aprendió a fumar, cuando de joven “eso te daba caché”; la que no se entromete en la vida ajena y trata de evitar el chismorreo; la que intenta ser respetuosa con los otros; la rara, que escribe en un periódico lo que le ocurre en el mercado y tiene lectores tan extraños como ella que terminan el artículo y se sonríen, conscientes que ser venezolanos y sobrevivir en el intento, es un acto único e irrepetible que amerita tomos y tomos de escritura, porque no todos andamos metiendo la mano en la comida de los demás.
¡Nos seguimos leyendo!
martes, 14 de julio de 2020
LOS LIBROS QUE SOY
viernes, 10 de julio de 2020
LA INEVITABLE AUSENCIA
(Publicado en La Semana Digital: https://www.lamananadigital.com/miel-y-salmuera-6/)
Aunque convive a diario con nosotros, nunca estamos lo suficientemente preparados para recibirla o aceptarla, pero es ley de vida, esa que se cumple inevitablemente a pesar de pretender violarla o ignorarla. La muerte es una mariposa negra que se posa en el seno de la familia o un ave liberada de prisión, que se torna sorpresiva o a veces necesaria, ansiada.
No deseamos que nuestros afectos sufran y tememos padecer su agonía. Aspiramos que llegue silenciosa, luego de haber disfrutado un amplio cúmulo de experiencias, se recueste a nuestro lado en la cama y nos acaricie el rostro. Así, sin más. Pero ella decide cómo hacer acto de presencia. En oportunidades es un leve soplo de viento, otras es huracán, torbellino, volcán en erupción, que arrasa, lo destruye todo a su paso, incluyendo a nuestro espíritu.
El vacío que nos deja la persona amada es doloroso, no importa la manera en que se haya ido, con el paso del tiempo no la olvidamos, solo nos acostumbramos de cierto modo a no verla ni oírla, pero nos hace falta y la tenemos presente en las actividades que le agradaba realizar, en los alimentos que le gustaba comer, en las palabras y anécdotas compartidas que nos hicieron reír.
¿Y qué ocurrirá cuando toque marcharnos? No pienses en eso, dice la mayoría, pero hay que reflexionar acerca de la muerte y vivir conscientes de nuestra finitud. Por mi parte, tengo mucho pendiente por lograr, pero si pronto toca irme, ¿qué estoy haciendo para que me recuerden los que me aprecian y a quienes quiero? Si hoy fuera el último día de su vida, ¿qué haría usted?
¿Qué impronta estamos dejando en el mundo y en quiénes nos rodean?, ¿cuál será nuestro legado? Cuando la muerte nos golpea de cerca nuestros fantasmas más oscuros reviven y nos enfrentamos al miedo a lo desconocido, a la negación, para luego pasar a la resignación y rendición ante lo inevitable.
Con relación a esto, Frida Kahlo, pintora mexicana (1907-1954) que desde muy joven tuvo que convivir con la muerte de su propio cuerpo, riéndose de ella pero también temiéndole, producto de todas las dolencias físicas que padeció, escribió en su diario: “Los cambios y la lucha nos desconciertan, nos aterran por constantes y por ciertos, buscamos la calma y la paz porque nos anticipamos a la muerte que morimos cada segundo.” En el último pasaje de su libro-confesionario-lienzo plasmó lo siguiente: “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”, una suerte de frase premonitoria mientras le daban de alta en el hospital luego de sufrir una fuerte recaída de salud, consciente que la señora muerte la visitaría en cualquier momento. Por tal razón, y ante una realidad imposible de eludir, la premisa debe ser no olvidar lo bien amado, así como vivir para que no nos olviden.
¡Nos seguimos leyendo!
anachavez28@yahoo.es
@AnaChavez_