sábado, 6 de abril de 2019

Metodología y análisis de la política pública. Propuestas. Caso Venezuela. Deporte 1999-2010



De Eloy Altuve Mejía
Universidad del Zulia. Ediciones del Vice Rectorado Académico
2011. Pp. 120

Por: José Javier León

Consideramos que América Latina y el Caribe deben avanzar
hacia la construcción colectiva de modelos de ocio y tiempo libre,
centrados en la reivindicación y cultivo de la condición humana
y capaces de garantizar la participación de toda la población”
Eloy Altuve


La claridad metodológica se agradece y Eloy Altuve Mejía la presenta en las primeras de cambio. Sin perderse en abstracciones, apunta al “presupuesto”, el verdadero -el real diríamos nosotros, en el mundo gris de la gerencia burocrática- “plan de acción político y administrativo”. La asignación de recursos refleja -dice- “con fidelidad” “la orientación ideológica del gobierno” (p. 18). Sobre esta base, el libro de Eloy avanza revelando el estado de la cuestión deporte en la primera década del gobierno bolivariano.

Dime cuánto inviertes y te diré qué orientación tienes y qué buscas. Igual como revela la intención (del libro y del gobierno), también se dejan ver las contradicciones y en especial las tensiones, porque ciertamente “los valores y conductas del deporte mundial en su dinámica ordinaria, actualmente, son -en esencia- opuestos o contrarios a los sustentando por la política deportiva del estado en Venezuela” (p. 78).

Pareciera que el punto es el siguiente: cuánto se destina al deporte, cuánto a la educación física y cuánto a simple y llanamente, jugar. “Es conveniente destacar, afirma Eloy, como festividades, celebraciones, reuniones sociales, juegos… creados y recreados por la gente de América Latina y el Caribe a través de la historia, han disminuido progresivamente su importancia social con respecto a la aparición y crecimiento progresivo del protagonismo del deporte: han sido eliminadas; se ha reducido su duración; se han readecuado y articulado con el deporte” (p. 96)

Porque el deporte, apunta Eloy, aquí y en su extensa investigación sobre el tema “hoy tiene una, dinámica y orientación, sustancialmente distintas a la educación física y a la recreación; su esencia es distinta, independientemente de tener elementos comunes” (p. 31). Para cerrar con este latigazo, deducido de la lectura atenta del artículo 111 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “los conceptos de educación física y recreación aparecen como accesorios y complementarios, apéndices del concepto matriz: deporte” (p. 18)

¿Qué implica ello? En principio, que una cosa se dice y otra se hace, o en este caso que una cosa es la letra de la ley y otra la realidad, la praxis y la política. Advierte el investigador: “los valores y conductas del deporte mundial en su dinámica ordinaria, actualmente, son -en esencia- opuestos o contrarios a los sustentados por la política deportiva del estado en Venezuela” (p. 78). En este debate precisamente se mueve el breve pero dinámico libro de Eloy Altuve. ¿Hacia dónde se orienta? Hacia la des-portivización de lo lúdico, en efecto, “oponerse rotundamente a que el juego adquiera la lógica, orientación, valores y dinámica deportiva” (p. 103)

Aunque el concepto “deporte” priva o prevalece, será con Barrio Adentro Deportivo que “por primera vez en la historia del país se establece la posibilidad real de incorporación de la mayoría de los venezolanos a una actividad física deportiva, recreativa y de prevención de la salud, de una manera regular, sistemática y con basamento científico-técnico especializado” (p. 32). Y ello hace parte del planteamiento de que hacer deporte supone de alguna manera construir el socialismo, sobre la base -por confirmar, precisamente es lo que busca Altuve- de que “La práctica sistemática del deporte y demás actividades físicas y recreativas vinculadas con la salud, contribuyen con el desarrollo integral del ser humano, mejoran la calidad de vida y elevan el rendimiento del deporte competitivo nacional” (p. 41)

Al respecto, el cuadro publicado en la página 43 puede resultar revelador: los más altos puntos de inversión, casi 10 millones de dólares para la época se dedicaron al programa de Barrio Adentro Deportivo y al Centro Nacional de Ciencias aplicadas al deporte. Le siguió en inversión el deporte estudiantil con más de 8 millones de dólares y la Copa América 2007 con 7 millones 500 mil dólares. Por lo visto hay una correspondencia con el objetivo del BAD: “Propiciar el uso positivo del tiempo libre, combatir el ocio y la violencia, atacar de forma integral los factores que generan la degradación biológica, social y sicológica del ser humano, a través de un programa que busca articular ciudadanos activos, saludables y organizados para desarrollar sus talentos y capacidades físicas e intelectuales, con el propósito de afrontar la reconstrucción integral de la Patria” (p. 50) En otro cuadro leemos que la más alta inversión, un poco más de 10 millones de dólares, se dedicaron al Poder Deportivo Comunal en Barrio Adentro, en contraste con los aportes más bajos dedicados a la Corporación Deportiva Venezolana Empresa, con 500 mil dólares y la Participación Ciudadana y Control Social en la Gestión Deportiva con un poco más de 130 mil dólares. Al respecto concluye Altuve: “Se mantiene -en el lapso estudiado- la creciente inversión del Estado en deporte, la más alta en términos absolutos y relativos en la vida democrática del país” (p. 79), amén de que se ha mejorado “la capacidad organizativa y la formación, con la incorporación de sectores sociales tradicionalmente excluidos, con el impulso a la participación de la mujer y a la organización comunitaria” (p. 80)

Decimos con Altuve, a la altura de la página 77 que, “Destaca como positivo y novedoso en la política deportiva del Estado, explícitamente enmarcar sus definiciones en el proyecto de sociedad que se pretende construir, en el socialismo del siglo XXI”. Como también se dejan ver ciertos detalles, la preponderancia que en algún momento se le otorga al término “actividad física” desplazando al constitucional de “educación física” (p. 77). De acuerdo al balance crítico general, no poco se debe hacer para ir más allá de la ideologización de los medios de comunicación que se han encargado de difundir la idea -de la que participan sin lugar a dudas los altos voceros del gobierno en lo que al tema se refiere- de que el deporte “es un espacio social universal positivo, de igualitarismo absoluto, en contrapartida a las aberrantes diferencias en producción, consumo y disfrute de bienes existente entre las naciones y entre las clases sociales y sirviendo de justificación de tales desigualdades” (p. 79).

Y como víctima de la campaña y la ideologización mediática, el deporte nacional (sobre todo el llamado de Alto Rendimiento) tiende a perder -salvo algunas excepciones- la perspectiva de la inversión, el trabajo lento, concentrado y tenaz. En efecto, Altuve, con números, desencanto, preocupación y responsabilidad afirma que en nuestro caso el deporte suele ir de lo sublime a lo ridículo, “de una destacada actuación mundial en un día (puede) pasar a un estrepitoso fracaso al día siguiente” (p. 83) Para concluir lapidariamente: “Las auténticas potencias deportivas tienen una maquinaria capaz de producir de manera permanente la generación de relevo de deportistas exitosos de categoría mundial” (p. 83). Cabe sin embargo, hacernos con el autor esta pregunta crucial: “¿Se avanza hacia el socialismo del siglo XXI (o simplemente hacia el socialismo), cuando desde el gobierno revolucionario se aúpan y promueven directa e indirectamente actividades deportivas dotadas de significaciones, conductas y valores capitalistas, reconociéndolas, además, como valiosas socialmente y colocándolas como ejemplos a seguir por la población?” (p. 94)

Interesante por revelador puede resultar también la lectura del libro Metodología y análisis de la política pública cuando deja al descubierto formas y prácticas del gobierno y el manejo del Estado, por ejemplo cuando denuncia que la participación de Maracaibo, capital del estado Zulia “la ciudad más importante del país después de Caracas” (p. 81) en debates y discusiones que se pretenden nacionales, fue prácticamente nula, pues se hacen en general desconociendo el aporte de investigadores que han dedicado su vida al tema e ignorando a los institutos universitarios especializados (p. 99), convocando de un día para otro o como se dice coloquialmente (de) ‘hoy para ayer’” (p. 81). Según su análisis, se debe a la poca claridad teórico conceptual, a aspiraciones políticas coyunturales, a la discrecionalidad intrínseca culturalmente a la administración pública, lo cual genera que lo que un organismo hace, ocurra de manera aislada y descoordinada de otro afín o concurrente.

Es el deporte un espacio altamente politizado y polarizado, y las amenazas, Eloy, no han cesado, o sea, sigue “teniendo sentido” (p. 90) para el Estado defenderse y sobrevivir… Han pasado otra vez casi diez años y como ayer tal vez más, sigue haciendo falta hoy altura y madurez, fíjate que recientemente el director general de la selección nacional de fútbol declaró haber sido emboscado por los intereses “políticos” de una facción que acompaña en el exterior al diputado Juan Guaidó (autoproclamado “presidente” ¡nada más y nada menos! que de Venezuela, y por estos mismos días una selección de kárate no pudo viajar a Panamá a representar a Venezuela, sin que olvidemos que un juego de la final de la serie de béisbol nacional casi no se celebra y que de paso el país fue despojado de manera grosera e intempestiva de ser el anfitrión de la Serie del Caribe. Y todo por causas espúreas, fanáticas, absurdas… “políticas” o de eso que así llaman los interesados, entre ellos el que más, el propio y ya completamente desembozado EEUU, cabeza visible y ariete de los “grupos transnacionales industriales-financieros-comunicacionales que se están lanzando a la conquista directa del poder político” (p. 110), dedicados abiertamente a defenestrar al gobierno presidido por Nicolás Maduro.

Creo como tú, amigo Eloy, que “En Venezuela es extremadamente limitada la reflexión profunda, seria, vibrante, sobre el problema del ocio, el tiempo libre, la recreación”, que es “casi inexistente la reflexión y el debate sobre estos temas” y que “la universidad lo hace poco y el Estado casi nada” (p. 107). Ojalá nos encontremos todos en un país en el que la vida en toda su plenitud se aleje para siempre de los procesos de mercantilización y privatización y que nos sea propicio seguir haciendo todo lo posible para encontrarnos en uno definitivo donde reine la “praxis de la libertad en el tiempo” (p. 108), uno que sea irreversiblemente, de todos y todas.




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