Por:
Jesús Parra
Profesor
universitario
Correo:
jesusoparra@hotmail.com
El
Coronavirus, una amplia gama de virus que puede causar diversas
afecciones ha encendido su brote epidémico, propagándose en la
geografía mundial a través de un agente infecto-contagioso conocido
científicamente como Covid-19. Denominado así tanto por su forma de
corona como por su fecha de origen.
Un
fenómeno, realidad y/o pandemia que viene produciendo y atenuando
una crisis de primera mano en materia de salud, y que ha puesto en
curso desde la perspectiva política constantes debates en cada una
de las naciones que han sido impactadas por este flagelo viral.
Una
cruenta realidad en la que Venezuela no es la excepción ni mucho
menos escapa de ello, y en la cual el gobierno nacional ha venido
asumiendo el compromiso vital de proteger a los venezolanos de este
implacable ataque bacteriológico que amenaza de manera insospechada
tanto la humanidad de nuestro pueblo como del mundo entero.
En
este particular y sin escatimar esfuerzos ha venido actuando (me
refiero al gobierno constitucional) cónsono con los acontecimientos
en pleno desarrollo, planificando y ejecutando un corpus de medidas
de prevención y seguridad como a su vez haciendo incesantes llamados
al pueblo, exhortándolos a cumplir con lo establecido y así con la
cuarentena social decretada.
Sin
embargo, más allá de las acciones gubernamentales en pro de
contrarrestar esta pandemia
y de las profecías bíblicas (que nunca faltan) a cargo de
personajes sumidos entre una mezcla de fanatismo y oscurantismo, que
parece más bien un
"mea
culpa”
que otra cosa; están los de la “otra acera”, me refiero a la
derecha
venezolana
acompañados de los “Cenáculos del Terror” (EEUU)
que
viven a la espera de cualquier circunstancia o situación endeble que
pueda presentarse, para tener el flanco disponible y poder seguir
atacando y posicionando sus ansias de poder y sometimiento.
Esto
es precisamente el contexto que esperaba (la oposición) para hacer
un “refrito” de sus ya consabidas estrategias, y sin más alardes
que sus propias agallas, continuar con su descaro de “rescatar a
Venezuela” según suelen decir del "Régimen
dictatorial de Maduro”. Un imaginario que solo cala en su
despotricable cerebro.
Estamos,
entonces, frente a un acontecimiento que no es casual ni fortuito, y
donde se siguen cayendo los “velos”, en la que la oposición no
busca una muerte natural (como desde hace ratos la tiene) sino que
busca una muerte inducida y final, en el marco de una política en
constante construcción, en colectivo y en revolución.
En
este campo o esfera política el gobierno constitucional de Nicolás
Maduro no sólo ha demostrado su impostergable labor de enfrentar el
Coronavirus, y aminorar la crisis en materia de salud, sino salir
adelante con pasos agigantados a la crisis económica inoculada y a
las fuerzas políticas que lo adversan.
En
esta misma materia, se pregunta: ¿cómo
puede interpretarse en la opinión pública mundial la actitud de
desespero asumida por parte de aquél que se hace llamar defensor de
los Derechos Humanos (EEUU), que frente a una pandemia y a través de
una institución multilateral de su propia creación rechaza el
pedido de $ 5 millardos solicitados por el Ejecutivo Nacional para
enfrentar la crisis epidémica, por no reconocer la legitimidad de su
período? A propósito de esto: ¿cómo
queda su talante de supuesto defensor, cuando en el mejor momento
para demostrarlo, rechaza una oportunidad como la presente, que
pudiera traducirse en preservación de la vida de un pueblo como
Venezuela? y, ¿qué
hay de la verdadera urgencia del “Autoproclamado Guaidó”
expuesto en los principales titulares de los medios de comunicación?
¿Su llamado es hacia la defensa en contra del Coronavirus o en su
defecto hacia la intromisión de fuerzas extranjeras, partícipe de
la ruptura del hilo constitucional y del ataque a nuestra soberanía?
La
respuesta contundente ha sido de parte del gobierno nacional la
implementación de políticas en materia de salud, alimentación,
transporte, economía, educación, protección del trabajador con
garantías a los medianos y grandes empresarios entre otras,
propiciando en términos generales que el destino del país siga en
la medida de lo posible su curso.
En
definitiva y como forma extraña parecerá una incongruencia tratar
de extraer algún ingrediente o factor positivo del Covid-19, pero en
el contexto político actual venezolano, hay que destacar la
disciplina, recato y civismo demostrado por nuestro pueblo,
independientemente de su tinte político, credo o raza, así como
deja expuestas las claras evidencias de la oposición que nuevamente
van en “picada”, y sus acciones,
apuntan
a ser respondidas con el
insigne grito libertario: “Quien atente contra la soberanía del
pueblo de Bolívar se hunde”.